La cofradía del Santísimo Cristo del Campo, ese es su verdadero nombre, fue agregada en 1691 a la hermandad de la Santa Cruz a través de una Bula del pontífice Inocencio XII para «Mayor veneración de tan milagroso Señor y por mejor cumplir las obras de misericordia y ganar los jubileos e indulgencias a la Santa Cofradía concedidas». Las ordenanzas de la hermandad comarcal de clérigos y legos fueron aprobadas el día 14 de septiembre de 1715, estructurándose en 25 capítulos, sobre una jerarquía piramidal. Era mixta, abierta tanto a hombres como a mujeres, que para entrar en ella habían de aportar una limosna «a parecer suyo». La salida, se daba por hecho que sólo llegaba con la muerte, con lo cual cada hermano o hermana dejaba en sus testamento un falifo o alhaja que sus herederos estaban obligados a cumplir y abonar.

La elección de cargos tenía lugar el 15 de septiembre una vez finalizada la misa del Espíritu Santo: abad, juez, mayordomo y cuatro cabilderos cuadrilleros. Estos últimos, curas o eclesiásticos, -aunque también se admitían seglares si eran honestos, limpios de toda mancha y sabían leer y escribir- desempeñaban el cargo tres años; ataviados con manto y vara, tenían la obligación de recorrer los pueblos, al menos una vez al año, de Pascua del Espíritu Santo hasta san Bartolo (24 de agosto) para recoger los falifos de los difuntos y las limosnas de trigo, lino, lana y centeno.

Si bien la constancia escrita nos lleva 320 años atrás, la realidad es que en 1600 ya existía la ermita de La Cruz, fechas en las que había otras dos, una dedicada a san Andrés y la otra los mártires san Fabián y san Sebastián. Inicialmente el santuario con la invocación de la Cruz era sencillo, venerándose una imagen pintada en la pared, viéndose luego favorecida por la devoción al Santo Cristo, construyéndose el actual templo con ayudas de los devotos de los pueblos alistanos. Ya en el siglo XVIII era considerada la mejor ermita de la jurisdicción. La devoción aumentó con las gracias e indulgencias concedidas en 1767 por Clemente XIII. Incluso contaba con ermitaño.