De espléndida cabe calificarse esta cuarta entrega jonda en Sanzoles. Tanto en su primera parte -con María Vargas y Curro de Jerez, como en su segunda con el grupo de Juan Antonio Muñoz, «Madrid Flamenco»-. Todos sin excepción, estuvieron a gran altura. Pero iré por partes.

Las opiniones solventes que requerí coincidían en señalar que la de ayer había sido la actuación más memorable de María Vargas en Zamora. Dos razones de peso están en el porqué de tan señalado hecho desde que iniciara su «segunda juventud» en la XII Noche Flamenca de Villaralbo. La primera, su frenético y concienzudo plan de trabajo, tanto en los escenarios como fuera de ellos. La segunda, el cambio de su guitarrista -siendo José María Molero como es, un auténtico maestro- el toque de Curro de Jerez se acomoda al cante de María como guante de napa a la mano. De tal manera que la sanluqueña abrió por cantiñas dejando muestra suficiente de su disposición para la entrega. Los aplausos del numeroso público fueron prueba de la comunión entre artistas y auditorio. Siguieron por fandangos, y «la temperatura emocional», in crescendo. Tangos con recorrido tanto geográfico extremeño, sevillano y de Jerez, como personal -Niña de los Peines o su pariente gaditano Manolo Vargas-. María estaba demostrado su profundo sentido de la profesionalidad: ella sale al escenario a darlo todo, lo mismo le da el festival más señero que el lugar más humilde. Y esto el público lo capta perfectamente. Está a gusto, y la prueba es que se arranca por seguiriyas. Los ancestrales ecos gitanos de Manuel Torre, Tío José de Paula y Paco la Luz se hicieron inmensamente jondos en la enduendada voz de María y en la sonanta del hijo de Sernita. Pero el clímax llegó con la de cierre, una seguiriya que, según me ha comentado ella misma en varias ocasiones, «?era de mi padre, y yo la cogí de él». Efectivamente es un cante personal de Manuel Vargas desarrollado a partir de una de las del gaditano Curro Durse. Siguen con una generosa entrega por bulerías y cuplé por bulerías para terminar. Son tales los aplausos y de tal duración que tienen que despedirse con una impecable y prolongada ejecución de bulerías por soleá. Excelsa la gran María Vargas, a la que también en el plano personal le damos la enhorabuena, ya que ayer lunes a la siete de la mañana, encontrándose aún en Zamora, ha sido nuevamente abuela.

Hace su aparición parte del grupo «Madrid Flamenco», con las guitarras de Juan Antonio Muñoz y Niño Manuela y la sapiencia cantaora del jerezano Jesús El Almendro ejerciendo para adelante. Malagueñas, abriendo con el presagio del Mellizo para seguir con malagueña de Chacón y nuevamente malagueña grande del Mellizo. Siguió por fandangos encandilando plenamente al auditorio y hacer su aparición los bailaores. Empieza La Raquela, la primera bailaora del Corral de la Morería, con una auténtica exhibición de entrega y profesionalidad en su baile por alegrías, para pasar el testigo a Rafael Peral en baile por soleá. De depuradísima técnica en el taconeo, sobradas facultades físicas, desplantes oportunos y sobre todo, un acusadísimo sentido del compás, hicieron que la primera presencia por nuestras tierras de este catalán afincado en Madrid dejara una inmejorable impresión en los presentes.

Terminó la reseñada velada con un bonito fin de fiesta de todos los artistas, con simpática patadita de de María y Curro

Resumiendo, noche para los recuerdos más jondos y entrañables de nuestras experiencias flamencas y mi deseo de que se repita el éxito en el 2012.