No sé si el cine les sirve de muestra o es que la condición humana es de mal jaez, lo que sí sé es que la realidad sigue superando con mucho a la ficción. Con la particularidad de que en la realidad no hay héroes a lo Steven Seagal, Arnold Schwarzenegger o Sylvester Stallone. Actores que en sus papeles de salvadores del mundo son capaces de desmontar una bomba atómica en un tren o detonarla en un vuelo sobre la mar océana, impidiendo una catástrofe de dimensiones descomunales. En la vida real son policías normales, hombres y mujeres de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que hacen bien su trabajo. Nada más. El peligro sigue existiendo en la gran pantalla y fuera de ella. Sobre todo fuera de ella. Porque el cine tiene el clásico «The end», y en la vida real todo continua.

Yo no sé a usted, pero a servidora le ha causado cierto desasosiego saber que un yihadista, de los miles que habitan al-Ándalus, perdón, quise decir España, quería envenenar el agua de consumo humano, en particular de aquellos depósitos que suministran camping y complejos turísticos. No estaba mal para empezar. Pero si llega a salir bien, estoy convencida de que lo hubieran intentado con el agua que suministra los hogares de España. No lo veo imposible. Quería cargarse a su manera a un montón de «infieles» y no encontró forma mejor. Espero que no cunda el ejemplo.

Gracias a Dios, el marroquí Abdellatif Aoulad Chiba ha sido detenido. El juez Grande-Marlaska decretaba su ingreso en prisión provisional sin fianza. Por favor, que no lo excarcelen como hacen con los etarras de manos manchadas de sangre. Porque estos paranoicos fundamentalistas lo vuelven a intentar hasta que lo consiguen. La Justicia lo sabe y la Policía también. El marroquí tenía un foro yihadista en Internet y no vea usted qué mensajes más incendiarios. A través de los foros en los que intervenía, pidió a sus «hermanos especialistas» (no crea usted que se trata de parias sin aprendizaje alguno), que le proporcionaran «un veneno mortal, de alta eficacia, con el fin de introducirlo en los canales y depósitos de agua que suministran a los complejos turísticos y viviendas en tierras de los infieles». Salvo aquellos y sobre todo aquellas que por matrimonio, se han convertido al islam, que yo sepa, todos los españoles somos infieles.

Menuda escabechina iba a armar. Hasta que las autopsias hubieran determinado la causa, los muertos se hubieran contado por miles. Hubiera sido una catástrofe, solo que de sello terrorista. Y es que la amenaza terrorista, en este caso la islamista, pende sobre nuestras vidas cual espada de Damocles. Se nos ha venido a España lo peor de cada casa y en lugar de devolverlos a su lugar de origen, nos quedamos con ellos dentro y fuera de la cárcel y así van incrementando el número, y la fuerza. Porque no están aquí en pro de la multiculturalidad, no seamos memos, están aquí a lo que están que no es nada bueno.

Si el yihadista quería sembrar el miedo lo ha conseguido. Todas sus actuaciones ponen de manifiesto un plan preconcebido y la certeza de que no está solo. Lo que Chiba no ha podido hacer, lo hará otro. No lo dude. ¿Víctimas en potencia?, cualquiera de nosotros. Que Dios nos pille confesados. Y, por favor, no se lo tome a broma. Ellos se lo toman muy en serio.