Mientras el turismo en la capital zamorana continúa sobre poco más o menos como siempre, o sea más bien en plan escaso, pese a la flamante y cara sociedad que el Ayuntamiento ha constituido al efecto, y pese al románico, el castillo, las esculturas de Lobo y demás alicientes que se ofrecen al visitante, resulta que el turismo en la provincia registró un excelente balance el pasado año con cinco mil pernoctaciones y cinco mil visitantes más que el año anterior, y eso que el descenso turístico en la hostelería ha sido generalizado tanto en la región como en el país.

Y es que a Zamora capital la avalancha de gente llega por Semana Santa, se calcula que suele haber unas 200.000 personas en las calles, aunque la cifra se ha estancado, y las procesiones y celebraciones duran solo unos días, pero en los pueblos zamoranos el turismo, aunque sea un turismo interior en buena parte, se concentra durante los meses de verano. Los alicientes, de índole natural sobre todo, son muchos, tantos como las muestras de arte e historia que se concentran en la ciudad, y van desde la fama veraniega del lago de Sanabria y su entorno, siempre a tope de visitantes con un clima del norte en la calurosa meseta castellana, al paisaje bravío de los Arribes o a la serenidad de la vega de Toro.

Aumentaron los viajeros y aumentaron las pernoctaciones en la provincia, datos positivos y esperanzadores en una época de crisis que ha hecho resentir el turismo rural, que con tanta fuerza e ilusión comenzara hace unos años, y que tiene en Zamora y en conjunto en Castilla y León y en toda España una importante red de establecimientos hosteleros que vuelcan su dedicación a este tipo de turismo de vuelta a las raíces y en el que se busca el encuentro y la proximidad con la naturaleza. La región es la que recibe más turismo rural y eso tiene su mérito y su valor, aunque las buenas cifras zamoranas no se hayan mantenido en la comunidad, al igual que ha ocurrido en el resto del país.

Dentro de la provincia, y en los meses del estío, Sanabria continúa siendo el destino preferido, algo que no es de ahora sino de siempre y por algo será. Su infraestructura hostelera es amplia y variada, con mucho oficio turístico, y con suficientes recursos, aunque todo a veces resulte poco. El turista encuentra, junto a la bondad del clima, una gastronomía con diversidad y calidad y un entorno paisajístico en el que todo parece posible. Sanabria es parte muy importante de la gran riqueza natural de Zamora y lo que parece fundamental, sus habitantes lo han sabido explotar, con un firme afán de superación.

Realmente, y pese a sus carencias, la provincia y sus comarcas han participado también del desarrollo y la modernización del país, pese a no contar nunca con mucha ayuda institucional. Pero, por fortuna, nada queda ya de aquella lejana visión de la dramática pobreza de la tierra. En una reciente novela de Pérez Andújar sobre las Misiones Pedagógicas se cuenta una visita a la Sierra de la Culebra. «En este lugar todos los hombres parecen tener la misma edad. Muchas mujeres tienen el cuello hinchado por el bocio. Van vestidos con harapos. Leer y escribir nadie sabe». Cosas así, de la España de la República.