Y me quedo corto. Hasta en las previsiones de asistentes. Se preveía una buena asistencia, y la realidad es que el Teatro Principal estaba lleno. Lo que es más importante, mucho público joven. Por eso cuando entremedias de un acto un niño gritó ¡abuela! extrañó relativamente poco, aunque resultó emotivo.

Esta es la grandeza de este magnifico espectáculo con el que cada año nos obsequia la genial Eva Peña: ver a zamoranas de a pié convertidas en auténticas figuras del arte flamenco.

Josefa Prieto, Tamara Del Estal, Mili Pérez, Nena Prieto, Laura Delgado, Gemma Martín, Vero Garcia, Isabel del Caño, Fátima Alonso, Mª José San Lorenzo, Chari Villoldo, Viki San Lorenzo y Andrea Valero, hicieron por activa y por pasiva las delicias del nutrido teatro. Hay muchos detalles para resaltar, porque el espectáculo resultó prolijo en notorios acontecimientos. Para empezar la luna inunda buena parte de la escena. Un toque, José Sebastián por tientos da entrada a Estela Abril con un recitado para romperse la camisa. Aparece una excelsa Eva en un «bis a bis», original y magnífico, con una señalada profesional de la danza, Enriqueta Morejón, para dejar meridianamente claro que la danza española y el baile flamenco, además de compartir sensibilidades, técnicas y formas, son primas hermanas.

Uno de los detalles más importantes lo constituyó la actuación -en público y en directo- de Nena Prieto cantando «María de La O». Hay que tener…., que puedo decir, para actuar en público, cuando de flamenco o copla se trata. Pero hacerlo ante un teatro repleto y hacerlo magníficamente, es para privilegiadas. Y eso resultó ser Nena, una auténtica privilegiada.

La aparición de Eva como única artista en escena encandiló definitivamente al auditorio, dando paso a un señalado remate con percusión de Guillermo Alonso y de diecisiete bailaoras sobre el escenario a ritmo de rumba. Apoteósico.

Se inicia la segunda parte con una muy buena muestra de sevillanas corraleras. Eva en solitario ejecuta una certera danza por guajira. Parte del grupo, alegrías. Siguen con bulerías por soleá y garrotín, cantiñas y refrito por cantiñas ejecutado magistralmente por Eva Peña. Nadie que estuviera en el espectáculo, y no supiera que se trataba de un grupo de artistas aficionadas, podría dar crédito del altísimo nivel. Incluyendo el soberbio vestuario, a cargo de la genial Andrea Valero, lujoso, llamativo y variadísimo, sobre la escena.

Falta el final de fiesta. La sorpresa. La guinda que da sentido al pastel. Lo había anunciado en estas mismas páginas de LA OPINIÓN EL CORREO DE ZAMORA, recuerdan: «…la sorpresa de la velada -una suerte de hermanamiento intercultural- correrá a cargo de Ricardo de la Iglesia y Mario Lozano». Pues así fue. Los dos aparecieron por el patio de butacas con nuestra vestimenta de gala zamorana, tocando dulzaina y tamboril a ritmo romero. Y luego de sevillanas romeras, las del Rocío, las de la Hiniesta, El Viso o incluso los sones romeros de la Virgen del Rosario de Morales del Vino. A fin de cuentas todas las vírgenes romeras comparten importantes parecidos.

La súper guinda del súper pastel fue coronada con un monumental aplauso de varios minutos de duración, con una parte del público puesto en pie. ¡Qué se repita! Se repetirá, y si se puede, mejor.

Excepcional pórtico de lo que nos espera la próxima semana. Misa Flamenca en María Auxiliadora el viernes 24 con Julián Estrada y Niño de Pura -casi nada- y el XLI Festival Flamenco el sábado 25 en la Lonja de la Universidad Laboral.

Nos vemos.