He recuperado tantas cosas estos días! Parece mentira con qué poco se aviva el rincón de la memoria en el que todo permanece. He ido a Sanabria, a un paraje de belleza espléndida conocido como Corneira, a caballo de El Puente y Trefacio, y allí he recobrado sensaciones, olores y colores de antaño.

Con los ojos cerrados me trasladé por un momento a aquella niñez de pantalón corto y travesura larga. Días en los que el baño en el río era casi el único baño. Con los ojos cerrados lo primero que percibes es el rumor del agua. Es el mismo sonido de siempre. Es como si el río hubiera permanecido allí, imperturbable, a lo largo de los años.

Así ha sido afortunadamente. Todo permanece. La salvaje naturaleza que bordea el río, la corriente imparable y eterna que ondula sobre las piedras de siempre, el jolgorio de los pájaros que conservan los trinos de antaño, el salto de las truchas al mosquito…

Ciertamente, con los ojos cerrados el tiempo queda atrapado y detenido. La enorme piedra desde la que nos echábamos al pozo, permanece. Permanece el color del agua verdosa y amarillenta, según se reflejen las ramas o coloree el fondo de piedras como el oro…

Y luego, ya en el pueblo, la promesa y el sabor del Concejo que vuelve. Esa es, al menos, la intención del nuevo alcalde de Trefacio, Jesús Ramos, que quiere recuperar la palabra y la decisión para el pueblo. Sabia medida. El pueblo, en su edad, es el que atesora la sabiduría de la que los más jóvenes carecen.

Las cosas importantes pasarán, a partir de ahora, por el tamiz de los dueños legítimos del pueblo. Como siempre fue. Si aquella antigua y plena Democracia de los pueblos sanabreses se hubiera preservado, hoy algunos no estarían en la ruina.

El Concejo olía. A palabras calmadas y discusiones agrias que defendían, cada una a su manera, el mismo bien. La leña de los montes, el arreglo de los caños, la siega de los cotos… todo pasaba por el Concejo. Y cuando la máxima Asamblea del pueblo decidía, nadie se atrevía a murmurar, a decir, a disentir. Entonces, todo iba a una, con la precisión de un reloj Festina. Y se celebraba con un chato y una aceituna.

A lo mejor todas estas cosas se redescubren con la edad. Quizás uno, cumpliendo años, aprende a observar y a ser paciente. Ya casi no puede tirarse uno desde altas y peligrosas piedras y entonces hace lo que mejor sabe: cerrar los ojos y escuchar la vida que fue y que permanece.

Ojalá la verdadera Democracia que se avecina en mi pueblo se prodigara por todos los pueblos de bien como un reguero de pólvora. Es lo que, al fin y al cabo, pide el colectivo de los cabreados que viajan de forma incierta por las plazas españolas.

La experiencia a fuerza tendrá que ser óptima. Cuando se le da la mano al pueblo, cuando se le da la responsabilidad que le corresponde, el pueblo responde. El pueblo hecho protagonista de su historia sabe administrarla. Todos con el remo en la mano empujando en el mismo sentido: un futuro mejor para todos.

Por eso hoy es un buen día. Me felicito de reencontrarme con la niñez en un rincón del río y en una fiesta que los nuevos concejales hacen para tenderle la mano al pueblo que el pueblo le estrechó con sus votos en las pasadas elecciones. Enhorabuena a los nuevos regidores. Sé que jamás olvidarán al alcalde que nos destruyó para que la historia no se repita, para posibilitar que renazcamos de las cenizas con más fuerza que nunca. Os abrazo de corazón. Y de forma especial a ti, Jesús, y a tu familia, que es la mía.

delfin_rod@hotmail.com