Siete cooperativas de ganaderos de Castilla y León acaban de crear el grupo productor y comercializador de ovino más importante de Europa. Zamora ha tenido una importancia capital en la gestación de esta sociedad, ya que aporta a la misma la mayor parte de las agrupaciones y de los 1.500 criadores que la conforman. La capital zamorana ha puesto el marco donde se ha constituido y el Consorcio de Promoción del Ovino, la mayor entidad sectorial de la región que tiene sus instalaciones en Villalpando, es su principal punto de referencia. La constitución del nuevo grupo supone un salto de calidad en el movimiento cooperativo y un reforzamiento del sector productor que logra así concentrar la oferta y convertirse en interlocutor válido para la industria transformadora nacional e internacional.

La nueva macro cooperativa nace del convencimiento de que es necesario concentrar la oferta del producto, más aún en tiempos de crisis donde las industrias cárnicas y queseras se mueven en unos márgenes muy pequeños y buscan sus beneficios en el ajuste al máximo de los precios en origen, lo que provoca que los ganaderos trabajen en muchos momentos por debajo del umbral de rentabilidad.

El grupo está integrado por las cooperativas Cogala, Cogalad, Campo de Avutardas, Consorcio Promoción del Ovino -entidad asociativa integrada a su vez por Asovino, Covisa, Ovino de Campos y Mesta-, Ganaderos de Valverde, Valmoro y Ovino de Santa María. Los objetivos: consolidar una plataforma de autodefensa que garantice la supervivencia del sector y reforzar el pilar sobre el que se asentará el futuro de la ganadería ovina de la región, que necesita cambiar sus estructuras para dotarse de una concepción empresarial, donde tan importantes sean las compras como las ventas de medios de producción.

Zamora es pionera en el movimiento cooperativista de ovino. Las primeras agrupaciones surgieron hace más de 25 años, cuando el sector estaba marcado por el individualismo y las explotaciones en régimen extensivo. La provincia ha llegado a contar con más de veinte cooperativas. Por eso, conseguir ahora un grupo único, con un potencial enorme, referencia europea, es un logro importante para una actividad económica marcada tradicionalmente por el aislamiento.

Los datos reafirman la transcendencia de la nueva macro cooperativa. Agrupa a 1.500 ganaderos de ovino, la tercera parte de los que trabajan en Castilla y León, que manejan una cabaña de 600.000 cabezas. La venta anual ronda los 330.000 lechazos y más de 81 millones de litros de leche, con una facturación que alcanza los cien millones de euros. La iniciativa busca ampliar el negocio y avanzar en la comercialización de carne y leche, pero también en la alimentación, bajo la bandera de la eficiencia y la competitividad.

Hay, además, otro aspecto transcendental en esta iniciativa. Busca, sobre todo, asegurar la pervivencia de la actividad y garantizar el relevo generacional, una asignatura pendiente que preocupa al sector y también a las administraciones porque en juego no está solo una actividad económica de primer orden, la más importante en la provincia dentro de la ganadería (Zamora es, con más de ochenta millones de litros al año, la provincia española con mayor producción de leche), sino también la supervivencia del ámbito rural y de una cultura que languidece asfixiada por la falta de aportaciones.

Los mentores de esta iniciativa ya tienen perfilado un plan de venta conjunta de toda la leche y la carne, además de un programa para luchar contra la estacionalidad de la producción, buscando un equilibrio de la oferta a lo largo de todo el año. También se busca incentivar la producción y la comercialización a través de marcas de calidad, respetando la seguridad alimentaria. Por otro lado, el mercado de la lana, con los precios actuales, presenta buenas expectativas y su proceso de transformación es un yacimiento de empleo nada desdeñable, que puede ser aprovechado de forma más efectiva por un grupo de comercialización potente.

Los productores han cumplido y ahora le toca a la Administración regional asumir su parte y su compromiso. Ha sido la Consejería de Agricultura quien ha incentivado el proceso de unión de cooperativas con el fin de lograr interlocutores potentes en la oferta de leche. La Junta prometió subvenciones para los grupos que alcanzaran acuerdos intercooperativos, en principio tres en la región, y los acuerdos están llegando. Ya hay una Orden de la Consejería, publicada el pasado 8 de abril, donde se establecen las condiciones y requisitos de las ayudas, que no podrán superar los 200.000 euros en un período de tres años. Hay que esperar ahora que este apoyo se concrete en los presupuestos regionales.

Pero no solo valen las ayudas. La crisis que vive el sector ovino, como el resto de actividades ganaderas, es tan fuerte que necesita un tratamiento especial. Y por eso, la Junta debe propiciar las relaciones intersectoriales, fijando el marco para el encuentro entre productores de leche y carne y la industria transformadora. Los ganaderos no pueden seguir mendigando unos precios dignos, tienen que tenerlos garantizados para poder planificar su futuro, contar con relevo generacional y mantener la población en el ámbito rural. Y lo mismo vale para el caso de las industria agroalimentaria castellano-leonesa, la que más ha evolucionado y la que más se ha modernizado en los últimos años.

El sector ovino es puntero en la provincia y en España, con una cabaña de más de 700.000 ovejas y una joya: la DO Queso Zamorano, una referencia nacional en muchos aspectos. Por eso hay que cuidarlo y mimarlo. El paso dado por las cooperativas de productores es un gran avance y el camino adecuado para mantener una actividad que representa, como ninguna otra, la forma de ser del campo castellano-leonés. La Junta de Castilla y León tiene que apoyar la iniciativa y también la industria agroalimentaria. Pero tiene que ser la sociedad en general quien valore el trabajo de quienes hacen posible unos productos singulares, un sello único con el que se ha marcado la historia de la alimentación de esta provincia.