Asesorado por el secretario del Ayuntamiento, Emilio Pinilla, solterón recalcitrante y propietario según constaba en su cédula, eligió la obra, repartió los papeles y dirigió los ensayos que consumieron largas veladas hasta que la obra estuvo lista para el estreno que el pueblo esperaba con creciente expectación. Por fin se alzó el telón donde en grandes letras se había escrito: Compañia «Tierra baja». Villalonso. El éxito fue tan mentado que se repitió la representación en otros pueblos y la compañía llegó a ser tan conocida como la de Benita la Salerosa, de Villabuena del Puente. Muchacho de escuela y tolerado asistente a los estrenos, me sentí tan impresionado por el drama que sin proponérmelo, aprendí los textos más declamatorios. Por lo que luego diré, cito ahora dos frases: La primera «¡Maté al lobo, maté al lobo», la decía al final el protagonista Manelie, interpretado por mi tío Joaquín Rico; la otra es la única que tuvo que aprenderse y ensayar Terenciano Cañedo; refiriéndose a la desgraciadísima Marta, debía recitar de un tirón, con gesto y voz compasivos: «¡Pena me da esa pobre mujer!». No falló y se ganó más de un aplauso.

Se me ocurre pensar que la buena gente ha sentido lástima al contemplar la cara de pena de Carme Chacón cuando anunciaba la renuncia a figurar en las primarias socialistas. No ha matado al lobo como Manelie, el justiciero pastor del drama del dramaturgo catalán Guimerá: ha sido denostada en la «terra baixa» de la política. En cambio, se ha hecho merecedora de simpatía y conmiseración, porque es paradoja inusual el gesto lloroso de toda una señora ministra de la Defensa. Con la «plantá», dice adiós a un sueño acariciado por la esperanza, y aleja la experiencia de la primera mujer al frente del Gobierno de España; una mujer que no es la Carmen de España ni la de Marimé , sino simplemente Carme de Catalunya Porque todavía hay clases, es de tener en cuenta que la señora Chacón pertenece al PSC, no al PSOE; pero también es verdad que su renuncia presuntamente forzada significa un notable desvío de los dogmas y normas de obligada paridad impuestos por el gobierno socialista; sin duda, parecería más comprensible que en las primarias figuraran en igual número el hombre y la mujer; como hubiera ocurrido si hubieran optado a la candidatura la muy influyente Carme Chacón y el prepotente Pérez Rubalcaba. Ahora es tarde para preguntarse quién de los dos se habría decantado mas capaz de ganar a Rajoy. Quizá se ha tenido en cuenta que su larga experiencia política, reconocida habilidad y su biografía abonan la candidatura del «vicepresidente total»; pero ahí radica también su desventaja como político en cuarentena, zarandeado por tenaces polémicas y objetivo de suspicacias sin cuento. A sus problemas no resueltos se añaden ahora los de Bildu y las acampadas ilegales de los «indignados» que, por las trazas, amenazan con escapársele de las manos.

Pleitos de familia, se dice de las enconadas luchas internas que laceran las entrañas del Partido Socialista. En todo caso, afectan gravemente a la totalidad de la política, a la tranquilidad de la sociedad, y al gobierno de la nación. Las elecciones autonómicas y municipales van a dejar a no pocos correligionarios sin oficio ni beneficios, y es sabido que donde no hay harina todo es mohína. Es obvio que Rodríguez Zapatero se encuentra ante un no declarado órdago, quizás el mas difícil de su carrera política. Se ha visto obligado a retirar su apoyo a la candidatura de Carme Chacón, con lo que Pérez Rubalcaba podría creerse amo indiscutible del cotarro. Es probable que Zapatero, alarmado por la rebeldía de algunos barones, que pone en peligro su mandato en el Gobierno y en el partido, reconozca y lamente ahora sus evidentes errores, acaso ya irreversibles. La solución del conflicto, mejor hoy que mañana. La situación del país no aguanta faltas de atención del gobierno; bastante tiempo ha aguantado a los incompetentes.