Entre ambas existe un territorio convertido históricamente en «Tierra de Nadie» a causa de su orografía y aislamiento que le ha marginado pues a él y de él es tan difícil entrar como salir. A mediados del siglo XX nacía una carretera regional que pretendía unir las dos grandes arterias entre sí contribuyendo a su vez vertebrar el territorio por los pueblos de Fonfría, Vide, Losacino, Vegalatrave, Losacio, Ferreruela, San Martín, Escober y Tábara. La idea era buena: los resultados mediocres. Su sinuoso trazado, a pesar de ser el camino más corto, nunca consiguió ser el más transitado, a no ser que no hubiese más remedio, ni tampoco el más rápido. Es ésta una de esas carreteras donde no sería de extrañar que se trazara echando a andar la burra y tras ella el técnico la marcara por donde el asno logró abrirse camino, no fácil por aquel entonces, ante lo inhóspito de los terrenos con continuas colinas y arroyuelos. De hecho la carretera cuenta con la particularidad de cruzar sobre diferentes e importantes cauces fluviales como Rincón , Molino, Moratones,Valdeladrones y Aliste (embalse del Esla en Vide). Las obras, eso sí, no afectarán a las dos grandes vías pecuarias que cruzan por la zona: la «Vereda Vieja de San Pelayo», paralela a la Nacional 631, y la «Vereda Zamorana», que desde Abejera cruza por Illuelo, La Candana, El Bodón y El Cotico, hasta Escober, ambas con un ancho legal de 20 metros y 89 centímetros. Quizás el tránsito de vehículos no sea muy elevado, pero los pueblos de interior, albarinos y tabareses, también tienen derecho a viajar y para ello la vieja calzada ha de amoldarse a los tiempos. Si las carreteras son imprescindibles para el progreso los pueblos las necesitan como los campos el agua de mayo.