La marmita donde se cuecen los ingredientes para el resultado final está ya en plena ebullición. A estas alturas, el cien por cien de los movimientos políticos, y de los políticos, tienen como vórtice el domingo 22 de mayo. Esta cercanía es ya la madre de todas las batallas, y hoy más que nunca. En la capital, cuatro partidos con representación municipal, todos con necesidad, vocación y posibilidades de incrementarla, pero esa guerra declarada no es la única, ni la más sanguinaria.

En el PSOE cuesta saber cuántos bandos hay, tras la pelea por la lista municipal, la incomprensible forma de defenestrar a su secretario provincial, la dimisión de media ejecutiva local o el catálogo de despóticas manifestaciones públicas de su cabecilla regional -aunque viva en Madrid, como cada semana le recuerdan desde el PP- quien, como me decía hace poco un destacadísimo socialista local, tras apariencia suave, esconde un carácter totalitario. Pocas veces he visto una forma más estúpida de hacerse el harakiri y de erosionar a su propio y no mal candidato.

En el PP, todo más tranquilo, en apariencia al menos; los primeros cañonazos, mucho más discretos. Evidentemente se refieren a la composición de la lista que ha de acompañar a Valdeón y sobre la cual proliferan todo tipo de especulaciones, de las cuales casi todas quedarán en nada, pero desde el año 99, en el que Vázquez se plantó frente a García Carnero, nunca hubo un pulso candidato-dirección del partido como el que se atisba para los próximos días. Primera escaramuza, de ridículo peso pero sintomática, el caso Jesús Losada.

Bajo otra apariencia, la dirección popular ha tratado de cumplir varios objetivos aireando la solicitud, no aceptada, del poeta de afiliarse al PP. Transmitir imagen de debilidad y desmembramiento de Adeiza, intentando que pierda la opción de volver a ser llave en Zamora y, como en el caso del divulgado -aunque habitual- trasvase de candidatos en otros municipios, restarle atractivo para evitar el gran riesgo: que agrupe las varias decenas de candidaturas independientes que se generarán en la provincia y con las que aumentaría su presencia y fuerza en la Diputación. Por otro lado, aviso interno y veto claro, aunque no a la cara, con la incorrecta apelación al transfuguismo, en un momento en que se daba por hecho que Valdeón lo incluiría en su lista.

No entiendo qué de bueno puede aportar Losada a la candidatura o, en su caso, al gobierno. Su virtud, que también la tiene, está en ámbitos distintos del político y de la gestión, pero ha de ser la candidata a la Alcaldía quien tenga la decisión última sobre quiénes han de acompañarla, acierte o se equivoque. Suelen obviar los políticos de laboratorio que, en esta democracia capada, los únicos candidatos que ponen la cara y son elegidos o rechazados por los ciudadanos, son los de las alcaldías.

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