Esa fiesta de color y fantasía, de imaginación, de copla burlona, de transgresión y de crítica, de meterse con lo humano y con lo divino, con los políticos y los que no lo son. Esa fiesta concatenada que nos aboca a estar en la calle hasta que el cuerpo aguanta, cantar hasta no poder más y disfrutar, sobre todo disfrutar a pecho descubierto. El resto del año llevamos disfraz, estos días pasados cada quien iba como en realidad es. El Carnaval ha dejado paso a doña Cuaresma y otra vez, tras la imposición de la ceniza, nos hemos despertado con el cilicio de la mano. Y en la diestra y la siniestra cada quien lleva su rebenque con el que azuzarse a sí mismo y al que pilla descuidado. Porque en esta Zamora de nuestros pecados, hay que estar alerta ya que cuando menos te lo esperas y de quien menos te lo esperas se agita en el aire el zurriago y zurriagazo que te endilgan.

Vicente Bravo ha abierto su heladería y eso significa muchas cosas. Significa que san José se anuncia ya en el calendario. Que la primavera esta al acecho. Y que la Semana Santa está a la vuelta de esta hoja de calendario porque este año se ha ido resbalando hasta situarse en lo más bajo del mes de abril. Cuando Vicente nos sorprende con los sabores viejos y nuevos de La Valenciana, algo cambia en la vida de Zamora. De entrada, cruzar por ese paso de peatones controlado por un semáforo que pocos automovilistas respetan, sobre todo cuando se abre para el peatón, ya no es igual que hace unas semanas. Ahora te topas de frente, en lugar de con una trapa, con un interior artístico y con la ya tradicional alegría y bonhomía de este alicantino universal con el que se puede «pegar la hebra» hablando de todo o de casi todo lo que sea menester hablar.

Este año se guardará el cilicio más tarde. Porque en mayo se vivirá otra peculiar pasión, la de la campaña electoral que culminará allá por el domingo 22. Vamos a estar muy entretenidos de ahora en adelante. El Día del Padre, la llegada de la primavera, la Semana de Pasión zamorana con sus dimes y diretes internos e incluso externos y las elecciones locales que también tienen su vía crucis, su Gólgota, su aquel. Habrá que dar entrada a los que de todo hacen sangre, o sea, a los sayones, a los cirineos, a los que por todo se lavan las manos (asépticos ellos), a las Verónicas, a los Dimas y Gestas, a las Magdalenas y, lógicamente, a los crucificados. Ni de rascarnos los pies vamos a tener tiempo, porque todo girará en torno a lo que está por llegar. Las dos semanas, la santa y la laica por política. Solo serán verdaderamente nuestros el Día del Padre que es también el de Pepe y José, Pepa y Josefa y la siempre bienvenida primavera que, sin el calendario zaragozano en la mano ignoro si este año viene con el gesto torcido o con una sonrisa de oreja a oreja.

Lo que está por llegar no nos va a dejar indiferentes. Muy por el contrario. Vicente es lo que tiene, que nunca vuelve solo. Bienvenido Vicente y bienvenido sea lo que está por llegar.