La utilización del físico de las personas como método de vejarlas y desacreditarlas es obsceno. Lo que los navegantes hacen en la red escondidos bajo su coraza anónima es de cobardes.

La ministra de Sanidad, Leire Pajín, que en razón a su incompetencia no es santo de devoción de casi nadie, se ha convertido en la protagonista de uno de esos ataques brutales, despiadados y llenos de mala baba. Y todo por una foto en la que aparece con una desorbitada papada. En esta ocasión han sido los propios valedores del Gobierno los que han iniciado la caza y han dado los clavos a las redes sociales Twitter y Facebook para que la crucifiquen.

Uno de estos «muros» lleva el nombre de «Yo también vi la cara de Leire Pajín en los Goya» y ha alcanzado la nada desdeñable cifra de más de veinte mil seguidores. En estos foros hacen mofa de la ministra, llegando a instalarla en la red como «Papada triste de panceta», en alusión a la película de Álex de la Iglesia y que ha alcanzado los cinco mil seguidores.

Incapaces para luchar contra estos ataques, yo creo que una nueva normativa para el uso de la red no estaría nada mal. No todo vale. La descalificación en orden al físico, religión, raza, todos los valores que consagra la carta de Derechos Humanos, debería de ser castigada con la correspondiente pena.

La Sexta, televisión que se significa por sus continuos y descarnados ataques a la Iglesia, ha presentado a la ministra como una especie de sosias o doble de La Veneno, actriz caracterizada por sus gruesos labios y su desproporcionado cuello. El propio Santiago Segura, repugnante Torrente en el cine, la llamó «cara culo». Incluso, en alusión a su apellido, se la ha apodado «masturbín».

Lamento que todos aquellos que se echaron con razón al cuello del alcalde de Valladolid, por desafortunadas declaraciones respecto de sus labios, no hayan salido ahora a desautorizar a la cadena y al actor, lanzas visibles de este ataque a muerte.

La papada de Pajín está dando la vuelta al país y hasta el más tonto, incapaz de comerse una rosquilla, se permite insultarla en razón a que un efecto de la cámara de televisión la haga aparecer con un cuello desproporcionado.

En cualquier caso, no parece que la ministra tenga la inteligencia en el cuello. De criticar, deberíamos de criticar su cabeza, vacía como un yermo solar, cuando no llena de ensoñaciones que son el hazmerreír.

La última bobada de la denostada Leire es hacer caso al chivato que le dijo que en el teatro un actor había echado un pitillo. La Pajín fetén, la ministra, la de la conjunción planetaria y no la del cuello, ha dicho que también en el cine se producen asesinatos que no son reales. Lo que nos faltaba, que en aras a una obra de teatro mejor interpretada los asesinatos fueran de verdad?

La Leire es un inacabable pozo de tonterías, criticable sin necesidad de recurrir ni a su cuello, su busto ni sus labios. Recordemos que esta es la misma que, siendo ministra de Sanidad, utilizaba la pulsera Power Balance, a pesar de que el Instituto Nacional de Consumo detectó que detrás de ella podía haber una publicidad engañosa que le adjudicaba propiedades inciertas.

Fíjense si la gestión de la Pajín tiene tela que cortar, sin tener que recurrir a sus carnes.

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