Dijo Rajoy que si llega al poder eliminará los privilegios de los diputados en cuanto a su sistema de pensiones. Su declaración sonó a cañonazo, a arrebato, a pistoletazo de salida. Rosa Díez, líder de UPD, ya lo había dicho antes y entonces todos los grupos siguieron la táctica del avestruz: metieron la cabeza debajo del ala y rechazaron la propuesta. Pero arrepentidos los quiere Dios.

Lo grave es que hay quien no quiere arrepentirse y pretende justificar el mamoneo nacional. Es el caso de Marcelino Iglesias, secretario de organización del PSOE. Ha defendido en la cadena SER que no existen tales privilegios, sino complementos para algunos diputados y senadores debido a que no pudieron cotizar en la transición porque venían del exilio.

Yo no sé si realmente piensa que puede engañar a alguien. Porque lo que sostiene es falso de toda falsedad. Franco murió el veinte de noviembre del 75, hace más de 35 años. La mayoría de exiliados que volvieron tras la muerte de Franco, tendrían ahora más de cien años. ¿Cuántos exilados hay en el Congreso? ¿Acaso don Marcelino, que goza prebendas jubilares, se tiene por exilado?

Rafael Alberti volvió a España a los dos años de morir Franco. Podría disfrutar con justicia de esa prebenda si es que no cotizó por su trabajo en el exilio, pero caso de vivir tendría ¡109 años! Que no, hombre, que no, que la mentira de don Marcelino hiere el sentido común y enerva al obrero al que los políticos, con su mala cabeza, van a obligar a cotizar hasta que coquetee con la muerte.

En cualquier caso, ¿quiere decir el señor secretario que ninguno de los políticos exilados trabajaron y cotizaron en su lugar de exilio? Yo le aseguro que los trabajadores, sí. Conocí exilados que estuvieron en Alemania trabajando. Y cuando volvieron, cobraron suculentas pensiones alemanas. No señor, no creo que los políticos se exilaran para vivir con la barriga al sol, por la sencilla razón de que tenían que comer.

En fin, majadería y gorda de estas lapas que se agarran a las prebendas como fieras. A Rosa Díez hay que agradecerle que metiera el dedo en la llaga por la que ahora comenzarán a desangrarse los privilegiados. A ver quién tiene el valor de detener esta marea de indignación.

Estuvo poco afortunado don Marcelino. Su intento de justificar sus excesos le ha hecho quedar peor que el equipo español de fórmula uno. La otrora comunista Rosa Aguilar, reconvertida ideológicamente hasta tocar el pelo del poder socialista, ha venido a intentar arreglar el entuerto. Ha hecho un acto de contrición y ha reconocido que el mamoneo existe y que hay que ponerle freno. Bienvenida al club de la decencia.

No me cabe duda de que en veinticuatro horas este buen hombre dará marcha atrás y dirá que se le ha malinterpretado, que él no quería decir eso, que él lo que quería decir es que en el Congreso tienen ciertos privilegios porque en realidad todos son exilados…

Me irrita que los políticos hayan convertido su función pública, su pretendido servicio al prójimo en un servicio propio, en una cueva de Alí Babá. Solo me irrita más que pretendan tratar a la gente como imbécil, incapaz de discernir sus mentiras y necedades. Afortunadamente el pueblo es más maduro de lo que ellos creen y no todo cuela por la escuadra.

Para mí que este Marcelino no quiere andar el camino con pan y vino, como el resto de los mortales. ¡Vaya usted al fútbol, que a nosotros este gol no nos lo mete!

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