Es que era de los que trabajaba en una Caja que se ha fusionado. No sabe qué hacer ni cómo reaccionar. Con 59 años o así todavía se siente ligero, dispuesto y alegre. Quiere seguir en la brecha y vivir a su modo. Alguien le dice que, una vez sin responsabilidades, debe cuidar la imagen como si se fuera a ir de fiesta. Que no se abandone. Tiene que salir de casa todos los días a lo que sea, no vale quedarse porque haga frío o calor: el agua quieta se echa a perder, se corrompe y huele. Y con el hedor se pierden las ilusiones. Y agua quieta no mueve molino? Todo eso dicen. Y en estos momentos de su vida lo cree todo. E imagina aún más. Pero hubiera querido seguir en la brecha? para sentirse mejor.

Dicen y no paran. Hacer ejercicio físico, el que sea: gimnasia, caminatas, yoga, natación, futbito, golf (si es que puedes?). Conviene ser diligente y no pararse demasiado. No adocenarse. Pero ello requiere un poco de voluntad. Nada de aceptar actividades propias de ancianos abatidos por el tiempo; los mohines y gestos de viejo para cuando no quede más remedio. No hay que dejar la espalda curvada ni llevar los pies arrastrando. Recto como un mástil, erguido como un titán, -por lo menos mentalmente-. ¡Bastantes sarpullidos da el día a día!

Es bueno y conveniente, como norma general válida, no hablar con nadie acerca de la edad que se tiene ni de los achaques que puedan llegar a tenerse. Ni del disgusto por la faena que te han hecho. Sobre todo porque a nadie le gusta oír hablar de tristezas, enfermedades, disgustos y penas, especialmente si son ajenas. Lo que tenga que llegar, si es algo no bueno, ¡ya llegará en su momento y se le pondrá remedio si lo tiene!, pero reconcomerse en el interior por lo que aún no ha pasado es absurdo, inútil y estúpido.

Pensar todos los días, durante un simple minuto, al levantarse, que hay que saber agradecer y tener optimismo por lo que ya se ha alcanzado, sobre todo por tener la vida. Hay que intentar poner buena cara para todo, ser positivo en los juicios, demostrar buen humor en las palabras, enseñar alegría en el rostro y amabilidad en las actitudes y ademanes. Saber que la vejez solamente es un estado de ánimo, no los años cumplidos. Y escapar de los que voceen mucho y de los malhumorados. Son muy contagiosos y contaminan. Hay que ser útil a uno mismo y también a los demás. Procurar bastarse para todo y, si no se puede, pedir ayuda con amabilidad, con una sonrisa, como un servicio, como un amigo. Mantenerse ocupado de manos y de mente. La actividad es la mejor terapia, sea laboral, intelectual, artística, mecánica? No vale dormirse en este juego de llegar bien al final.

Tener en lo posible relaciones humanas fluidas. Convivir con todos los que puedas, niños, jóvenes, adultos, ancianos, amigos, vecinos, es decir huir de eso que llaman «museo de antigüedades y de los mausoleos», tan en boga en la actualidad. Los «cementerios de elefantes»? ¡para los políticos aprovechados!, que a lo mejor son los culpables de su situación.

Y no pensar demasiado en el ayer. No todo lo pasado fue siempre mejor. Alegrarse del momento presente por tener cosas nuevas que antes no podían tenerse como TV, Internet, móviles, lavavajillas, viajes fáciles ?. Disfrutar la salud que se tenga basándola en la alegría, en el divertirse y en sentir todo lo que se pueda. Y sobre todo creer en algo y en alguien. Y tener amigos. Y defender esas creencias, porque se ha pensado y se ha madurado en ellas. Todo para poder perdonar los errores y a los años por llegar tan deprisa y con poco aviso. ¡Qué fácil!, ¿verdad? Sí, sí?. ¡Que le pregunten a Rodrigo, alias «El Chotis»!, dicen sus amigos.