España no es el único país europeo con problemas. La todopoderosa Alemania está de cambios en profundidad. Mientras el Estado alemán adelgaza y lanza constantes SOS, las grandes empresas parecen tomar al menos parte del relevo en el papel de garantes de la estabilidad de la economía, sobre todo de cara al empleo. Y el empleo es la bestia negra que sacude los cimientos sobre los que Rodríguez Zapatero ha levantado su Gobierno.

La estabilidad laboral es el sueño de millones de trabajadores dentro y fuera de España, pero sobre todo en nuestro país donde sigue pintando en bastos, diga lo que les quiera decir el presidente del Gobierno de España a los «tiburones» de Wall Street. Ni brotes verdes ni horizonte diáfano si no todo lo contrario. De poco vale que quieran cargar a los ricos lo que acaban sacándonos a los pobres. Las cosas no se están haciendo bien y en algunos casos se dan palos de ciego. Con la particularidad de que lo que dicen los ministros no es lo mismo que piensa y luego anuncia el presidente del Ejecutivo patrio.

En Alemania, que nos gana en «trienios» de todo tipo, a pesar de los muchos problemas que aquejan al país motor de Europa, resuelven las cosas mucho mejor que en España, Italia y nada digamos Grecia. Saben detrás de lo que se andan, están por la labor y consiguen la anhelada estabilidad con pactos novedosos y revolucionarios que, a buen seguro, a unos agradarán, a otros disgustarán, pero que a todos terminan por convencer. No hay más que mirar hacia el horizonte para agarrarse a cualquier clavo, por muy ardiendo que esté.

El gigante teutón de la electrónica Siemens ha ofrecido un acuerdo laboral indefinido que refuerza los derechos de sus 128.000 trabajadores en Alemania (más que habitantes tiene Zamora). El poderoso sindicato del metal alemán, el comité de empresa y los directivos de Siemens, han firmado un curioso pacto que permitirá a sus asalariados trabajar de por vida a cambio de una moderación salarial. No sé si eso es perder algún derecho importante de los muchos por los que se ha luchado, a veces encarnizadamente, pero constituye toda una garantía. Es como convertirse en algo parecido a un funcionario (el sueño de tantos) a cambio de aceptar la moderación salarial. Con la seguridad de que te vas a casa cuando te jubiles y de que durante tu vida laboral no se producirán ni broncas, ni sobresaltos, ni quebraderos de cabeza.

La noticia ha sido tan bien recibida que incluso la bolsa de Fráncfort reaccionaba con grandes alegrías al anuncio del pacto. Y, una en su ignorancia se pregunta: ¿Será esa la solución? En España nadie apunta una sola que merezca la pena. Todo consiste en subir, en quitar y en jorobar al prójimo que somos todos cada día un poquito más... a lo mejor, quién sabe, adoptando el modelo Siemens empezábamos a ver al fondo del túnel, algo más que los faros del camión que se nos viene encima.