Mi amigo Gregorio nos dejó. En la matinal de ayer, domingo, me llega la fatal noticia. Su nieto Javier, joven y buen informador gráfico de «LA OPINION- EL CORREO DE ZAMORA», me lo confirma tras mi llamada telefónica. Le deseaba lo mejor, pero sabía perfectamente su delicado estado de salud. Gregorio Cerecinos Alvarez, con 83 años, todo genio y nervios, persona amante como la que más de nuestra Semana Santa, pero con un interés especial, muy especial, por su querida Real Cofradía del Santo Entierro. Siendo presidente de esta Cofradía, Manuel de Juan Roncero García, y quien esto escribe secretario de la misma, compartí muchas reuniones, muchas horas, junto al bueno de Gregorio Cerecinos y junto a los demás compañeros de junta directiva. No me olvido del igualmente fallecido Fernando Calderón, jefe de paso de «La Urna», otra persona afable y sanota, con su célebre frase de «picudos» cuando no estaba de acuerdo con algo o con alguien.

Le visité al principio de la pasada semana en la habitación 411 del Hospital Provincial. Ignoro si me conoció cuando le di ánimos tocándole un hombro. Se me quedó mirando, abrió sus ojos y aunque abandoné la habitación con pena, me fui del Hospital desmoralizado, pasándome en esos momentos por mi mente tantos y tantos recuerdos junto a Cerecinos. Ahora ya da igual, pero fue un hombre que acumuló los suficientes méritos para haberle concedido ese «Barandales de Honor», vamos, más o menos como un Oscar del cine, pero de nuestra Semana de Pasión. Bien se lo merecía, pero...

Recuerdo perfectamente, un Viernes Santo, el primero en que dejó de ejercer su cargo de cotanero, viendo el desfile procesional junto a su esposa Tránsito Royo Vaquero, ya fallecida. Era tarde soleada -¡raro que no lloviera con esta procesión en la calle!- le animé, le dije que le quería ver dentro del desfile procesional, pero observé que estaba triste y muy melancólico mientras pasaba por delante de él La Virgen de los Clavos con «Lili» al frente, recibiendo saludos de todo el mundo. Cerecinos «mamó» el querer al Santo Entierro, el cortejo oficial de la Semana Santa zamorana desde muy joven, algo que le inculcó su padre.

Siendo monaguillo en la iglesia de los Padres del Corazón de María (San Esteban) -¿te acuerdas, Esteban?- y cuanto aún no existía el Museo y los «pasos» se guardaban en una viaje panera de la «calle larga» (Sancho IV), esperábamos ansiosos a días antes de la Semana Santa para llevar los «pasos» a San Esteban. Cubiertos con sacos, polvo, suciedad y telarañas a doquier, salían a la calle en dirección al templo. Allí, Cerecinos y sus más allegados, se encargaban de dejarlos a punto para la solemne procesión de la tarde del Viernes Santo. Recuerdo a la Compañía del Regimiento D.E.E. Toledo nº 35, afincado en Zamora, formar en la Plaza del Cuartel Viejo, mientras Cerecinos, con su traje de riguroso luto y su cartera siempre pegada bajo sus brazos, daba órdenes de aquí para allá.

En «LA OPINION-EL CORREO DE ZAMORA» del pasado Viernes Santo del presente año, escribí un artículo glosando la figura de esta persona que caló entre los semanasanteros. Fue también hermano de la Vera Cruz (encargado muchos años de La Virgen Dolorosa) y de la Penitente Hermandad de Jesús Yacente. En esas fechas, primera semana del mes de Abril, Gregorio ya tenía muy delicada su salud. Le preguntaba a menudo a su hija Transi, persona que se ha ganado el cielo atendiendo a diario a su padre.

La actual directiva de la Real Cofradía del Santo Entierro, presidida por Luis Boizas Delgado, lamenta profundamente su pérdida. El repostero de la Cofradía figura encima del ataúd, junto a la corona enviada por esta cofradía en la que tanto y tanto se afanó el bueno de Gregorio.

Mis condolencias más sinceras a sus hijos, Alfonso, María del Tránsito y Gregorio, y al resto de familiares. El finado se encuentra en el Tanatorio de La Soledad. Hoy lunes, día 27, a las once de la mañana, y en la iglesia de San Vicente Mártir, se oficiará el funeral.

Me invade la pena, los sentimientos y muchos, muchos recuerdos y anécdotas. Amigo Gregorio, D. E. P. Un abrazo. De corazón.