Si hace unos meses nos alegrábamos tanto los consumidores porque el Gobierno, con ayuda del PP en aquella ocasión, frenaba la intención de las compañías eléctricas de volver a subir -actualizar, que se dice ahora eufemísticamente- la factura del usuario, ahora en el inmediato octubre ya no hay quien nos salve, pues la retrasada subida ya está aquí y con todas las bendiciones. Debía ser, entonces, que el Gobierno quiso retrasar el aumento para que no coincidiese a la vez con el incremento del IVA que nos aguardaba, cosa suya, y que ya pagamos desde julio.

Total que desde el mes próximo el recibo de la luz sube un 4,8 por ciento más en veinte millones de hogares, aunque las compañías se han apresurado a tranquilizar al personal asegurando que solo representa una media de 1,75 euros por hogar. De los impuestos que hay que añadir no hablan. Pero el hecho es que entre unas cosas y otras el kilovatio le cuesta actualmente al consumidor 2,13 euros mientras que su precio era de 1,93 hace un año, diferencia que se compone tanto de la subida de la tarifación como del aumento del IVA. Hay que tener en cuenta que el recibo había subido ya un 2,6 por ciento en enero.

Las asociaciones de consumidores han tenido que salir a la palestra una vez más, aportando datos concretos que dan idea de cómo el ministerio de Industria se pliega a los intereses empresariales de los poderosos y hace recaer el peso de la situación en los usuarios, lastimando al máximo sus intereses económicos. Pues lo cierto es que el recibo de la luz se ha incrementado en nada menos que un 30 por ciento en los últimos tres años y ese es el dato definitivo, sobre todo si se compara con lo que ha aumentado el nivel de los sueldos y del poder adquisitivo por tanto en el mismo período de tiempo.

Lo que parece indudable es que la nueva subida resulta injustificada y desproporcionada, como ha sido calificada por todas las asociaciones de consumidores y usuarios, y que además llega en el momento más inoportuno, aunque a la hora de hablar de subidas en los recibos todos lo sean. Pero es que es así, con los funcionarios cobrando menos y los pensionistas con las percepciones congeladas. Aunque peor será el año próximo, pues las tarifas de la luz seguirán incrementándose si alguien no lo remedia. Y encima, las empresas eléctricas consideran insuficiente la medida.

Si en cualquier sitio sientan fatal estas constantes subidas, en Zamora, de siempre, parece que sientan peor todavía, y no sin lógica. De aquí extraen parte de su potencial hidroeléctrico pero sus tarifas son las mismas y a cambio ofrecen un deficiente servicio que en la provincia se pone de relieve de manera casi habitual. Como compensación, suelen cooperar en empeños culturales de las instituciones, a veces poco más que testimonialmente, aunque suficiente debe ser porque no hace tanto que el representante de Iberdrola se sentaba en la mesa de autoridades. Total, que la electricidad es muy cara. Algunos dicen que estas subidas, en realidad, sirven para pagar las subvenciones de las energías alternativas. Y otros, cada vez más, vuelven a llamar la atención sobre la energía nuclear, que es la más barata.