La carta de Michel Beneche es el recuerdo permanente que cada año nos hace recordar a muchos zamoranos aquellos dos veranos que un grupo de adolescentes de ambos sexos disfrutaron de los encantos, sorpresas y maravillas de nuestra provincia al par que las clases diarias aumentaban y encendían la atención y la pasión por nuestra lengua. Aquel intercambio ganó adeptos a la lengua de J.J. Rousseau, por otra parte hoy abandonada y las excursiones y visitas a los lugares más destacados y representativos de nuestra provincia enganchó a algunos de ellos a quedarse en ella en las épocas estivales de vacaciones.

Entre los recuerdos, acaso más destacados fueron las visitas en plenas actividades veraniegas de las eras a La Tuda y a Mogatar. Ambas visitas constituyeron de manera destacadísima las dos piezas clave de aquel verano. Las labores de la trilla y el conjunto de los ambientes que en ellas se realizaba, atraía de tal manera su atención, que bastaba mirarles para darse cuenta de la enorme impresión que el conjunto de faenas causaban en ellos, era un salto atrás de varios siglos.

A lo largo de cuatro décadas transcurridas, nada ha mermado el caudal de los recuerdos y aún, quedan recuerdos imborrables de una semana en que el Grupo de la Delegación de Cultura en 1980, actuó en centros de enseñanza con sus danzas, cánticos y trajes, cerrando la semana con una actuación en el teatro de la ciudad de Le Mans, que se prolongó en colaboración con grupos locales hasta altas horas de la madrugada, sin prisa por parte del público por dar por terminado el espectáculo. Aún recuerdan los participantes aquellas actuaciones en el corazón de la Normandía francesa con verdadera emoción junto a la exposición de algunos de los trajes en el museo de la ciudad durante varias semanas.

Michel, tres décadas más tarde, los recuerdos de las clases en el Colegio Juan XXIII, y el barrio de San José Obrero, siguen recordando aquellos intercambios que marcaron una etapa muy importante, tanto que varios se adaptaron a vuestro lado y uno de ellos desempeña cátedra Universitaria en plenitud de responsabilidades académicas.

Sólo hay un olvido en estos recuerdos y reacciones, y éste no es otro que el abandono a este lado de la frontera de vuestra lengua, que para los de nuestra generación, fue la primera y la fundamental en los estudios medios. Los tiempos cambian y las nuevas situaciones nos imponen nuevas exigencias, pero lo afectivo y cercano a pesar de las diferencias cuenta.

Normandía engancha, atrae y conquista. Desde Le Mans a Vimutier, la tierra y su paisaje está clavado aquí, en la paz y la tranquilidad de esta ciudad que os recuerda y recordará siempre.