Así me quedé, lo juro, cuando a última hora de la mañana de ayer, miércoles, me llega la noticia del fallecimiento de Juan Carlos Montes en su entrañable y querido Bierzo.

Montes, buen futbolista, un defensa central de categoría, rindió de forma soberbia en el Zamora Club de Fútbol. En el desaparecido «Ramiro Ledesma» le pudimos ver soberbias actuaciones con la camiseta de su Zamora C. F., club al que quería con toda su alma. No hace muchas fechas todavía me lo decía con cariño y buenos recuerdos. «Luis, cómo no voy a querer yo a Zamora y al Zamora si mi hijo nació aquí». Y se le llenaba la boca de satisfacción.

Vivió en un ático de la Ronda de San Torcuato, junto a la gasolinera. Me lo solía comentar aquellas cenas familiares en la terraza, a la luz de la luna, teniendo palabras de buen recuerdo para su casera que le apoyó en momentos malos cuando la economía del club se tambaleaba.

Un tío majo, alto, espigado, pero grande de corazón. Muy hablador, una persona sanota, buena, amigo de sus amigos. Aquí llegó procedente del Sevilla F. C. con el que actuó en Primera División. Había jugado igualmente en la Ponferradina y en la Cultural y Deportiva Leonesa y en los últimos años estaba ligado a la Sociedad Deportiva Ponferradina, entrenando a las secciones inferiores. En la actualidad era el técnico del juvenil B blanquiazul.

Un infarto le causó la muerte a sus 60 años. ¡Maldita sea! Dios mío, de qué forma queda segada la vida de una persona. Venía a nuestra ciudad cuando la Ponferradina se enfrentaba al Zamora en el «Ruta de la Plata». Junto a su esposa, las puertas del club las tenía abiertas de par en par. Por la mañana, veía a los veteranos de la «Ponfe» jugar en Pinilla contra los del Zamora, pero él ya no se vestía de corto. Cuando visitó las nuevas instalaciones vio el funcionamiento del club, tenía siempre palabras bonitas hacia la entidad rojiblanca.

«Dejé de fumar, a la m... el tabaco», me comentó hace bastante tiempo. Vivía en Cacabelos. Tras conocer la noticia, me llama para decírmelo Sanabria, jugador amigo suyo y que coincidió en esos años con él. Permaneció en el Zamora durante seis años, finales de la década de los setenta hasta la temporada 83-84.

Se nos fue una persona que dejó huella entre la afición zamorana. Llamo a Vicente Merino Barragán, notable cancerbero, y se sorprende con la triste noticia. Y me acuerdo de un montón de jugadores de aquellos años que hicieron historia en el Zamora. Además de Merino -que pospuso sus estudios y carrera de psicología y dijo nones a fichar por el Real Zaragoza estando en Primera División- Atilano, Eduardo Lacasa, Marcelino Mateos, Garre, Sanabria, Nuevo, Pepe Botero, Vicente León, Carmelo, Agustín, Cid, José Luis (el pundonoroso jugador de Fuentespreadas), Germán Baza, Dolfi, el portero Barba, Dela, Coria, Manolo Garrote y Luis Puga, entre otros muchos. En fin, los de la tierra y muy allegados a ella.

La imagen de Juan Carlos Montes irá unida a su fuerza física, lo dio todo en los terrenos de juego y eso que lo apodábamos «El Flaco». Hechos y anécdotas me afloran en la memoria. Tenía un miedo atroz a viajar en avión y en un desplazamiento a Palma de Mallorca para jugar en Sa Pobla con la U. D. Poblense, cuando llegamos a la isla, había una fuerte tormenta. La torre de control no dio pista al avión en que viajaba la expedición del Zamora, y recuerdo perfectamente que dimos tres vueltas a la isla. Montes estaba blanco en la última fila del avión, agarrado al asiento, con los ojos cerrados mientras que el salmantino Mateos, siempre con sus bromas y risas, le ponía aún más malo cuando le decía que un motor perdía aceite y se paraba.

Experto pescador truchero, le apasionaba ir a sus ríos leoneses. Compartimos gustos por los colores azulgranas del F.C. Barcelona.

Siento su fallecimiento con toda mi alma. Tenía una buena relación con él. Es de esas personas que he conocido en el fútbol que te dejan huella. Mis condolencias a su esposa e hijos. Anoche, en los prolegómenos del Zamora-Caudal, se guardó un emotivo minuto de silencio. Confieso que alguna lágrima afloró por mi cara.

Juan Carlos Montes, descanse en paz y mi abrazo más querido y sincero, amigo. De corazón.