El editor del rotativo neoyorquino se encontraba participando como ponente en un encuentro internacional organizado en Londres por Wan-Ifra (Asociación Mundial de Periódicos) en el que yo estaba presente enviado por Editorial Prensa Ibérica (EPI), empresa editora de «La Nueva España», y en el turno de preguntas, uno de los asistentes a la conferencia le preguntó acerca de los vaticinios recurrentes sobre la muerte del medio de referencia estadounidense. Sulzberger respondió irónicamente afirmando que, efectivamente, el «New York Times» desaparecería algún día? «aún por determinar», lo que provocó las risas de los presentes y no solo no sonó a un augurio de desaparición sino que pareció una forma de expresar que el medio impreso, para cuya muerte algunos pronósticos apuntaban la cercana fecha de 2014, goza aún de buena salud. Lo curioso es que algunos medios de comunicación recogieron su afirmación dándole un sentido muy distinto, e interpretaron que el editor estaba anunciando, sin fecha concreta, el próximo final de la edición impresa.

La defensa del papel del periodismo en la sociedad actual y de la importancia de las ediciones impresas fue una constante, prácticamente unánime, entre todos los ponentes de este encuentro, en el que estaban presentes representantes de muchos de los medios con más solera en Europa, entre ellos algunos que han hecho las apuestas más importantes para consolidar en los nuevos canales de distribución la posición que tenían en papel. De hecho, el propio Sulzberger basó la mayor parte de su intervención en la defensa apasionada de la importancia del periodismo de calidad, que vinculó de forma expresa con el mantenimiento y la salud de la democracia.

La industria periodística y los medios tradicionales están pasando por un momento complicado y necesitan adaptarse a nuevas circunstancias, ahora bien, no deben olvidar, sino quieren perder pie y desorientarse ante los nuevos retos que deben acometer, que las bases de las que parten son sólidas y se sustentan a día de hoy en las ediciones impresas de los medios, que aportan en este momento tanto la mayoría de la información socialmente relevante como el grueso de los recursos económicos.

Periódicos de referencia internacional como el «Washington Post» o el «Daily Telegraph», por citar a dos de los medios que han realizado los cambios estructurales más importantes en sus redacciones, están realizando grandes esfuerzos para adaptarse a los nuevos tiempos. No obstante, son conscientes de que para poder seguir haciendo buen periodismo y mantener su ADN no solo necesitan rentabilizar al máximo su edición digital y buscar nuevas vías de ingresos, sino también asegurar que su edición impresa, que es la matriz y la base de su negocio, pueda seguir generando la mayor cantidad de ingresos durante el período de tiempo más largo posible.

Los medios de comunicación tradicionales deben reinventarse, muchos ya lo están haciendo con éxito, para adaptarse a la nueva realidad impuesta por la aparición de nuevas plataformas de distribución de la información y para aprovechar las oportunidades que ofrecen las redes sociales. Y deben hacerlo al tiempo que mantienen la rentabilidad y la base de su negocio. Quizás uno de los principales peligros que enfrentamos en estos momentos es la tentación de equiparar conceptualmente el periodismo con la organización y distribución de contenidos, y son cosas muy distintas. Por tanto, sería un gran error que en el proceso de acometer los cambios culturales y tecnológicos necesarios para la adaptación a una realidad multicanal, se perdiera la perspectiva de lo que es, ha sido y debe seguir siendo el periodismo de calidad, especialmente en un momento en el que la sobresaturación de información y la multiplicidad de canales de distribución hace más importante que nunca la labor del buen periodismo: informar, formar, investigar e interpretar la realidad generando confianza y, sobre todo, asumiendo con todas sus consecuencias la responsabilidad social que la profesión conlleva.