Actualmente podríamos definirlo como despistar y ocultar la triste realidad, aunque ello ya funcionaba en tiempos de Maricastaña y fue aplicado muy bien por los romanos, con aquello tan divertido de la matanza de gladiadores para entretenimiento del público y desfile de dóciles animalitos como los tigres y leones, búfalos y leopardos, bien protegidos por los ecologistas de entonces en el África salvaje, permitiendo cualquier barbaridad contra ellos para ser degollados en el circo y encharcar de sangre la arena. Era una forma de culturizar al pueblo de Roma y de otras ciudades del imperio, para que no se acordaran de la madre del emperador y de las de cualquier senador.

Algo de todo ello ha quedado grabado en la psiquis del ser humano actual, para que se renueve tal costumbre, aunque más civilizada, elegante y menos sanguinaria. Es decir, para que el personal no reflexione y medite sobre el paro, la crisis económica, y como llegar a final de mes sin tener que pedir limosna, hay que entretenerlo y que piense en otras cosas, y para ello nada mejor que crear festivales, concursos, competiciones deportivas, bingos y rebingos, máquinas tragaperras, y mucha tele-bazofia. Un auténtico lavado de cerebro. Como ahora se llama arte y cultura a cualquier cosa, hay que entretener y divertir al pueblo llano, para que no se le ocurra razonar y opinar en relación a su dilema de subsistencia. Por ello nada mejor que en todas las pantallas televisiva, en las cadenas de radio y en la mayoría de las revistas salga a relucir a diario el partido de fútbol del siglo, la guapa de turno en pelota viva y el cotilleo cotidiano de fulanito y fulanita que se pelean por un diente de ajo o se enamoran a lo bestia haciéndose carantoñas debajo del asiento del autobús.

¿Estamos todos locos o sólo lo parecemos? Más realidad y menos cachondeo. Hay que solucionar problemas y no esconderlos. El trabajo, es salud y bienestar, mientras que el ocio resulta degenerativo y no resuelve nada.