Estas beneméritas tierras al oeste del Valle del Duero, el más extenso de la Hispania Romana, han tenido siempre muy mala suerte con los mandarines que a lo largo de dos mil años han dirigido sus destinos, y en particular, los del último medio siglo, cuya incapacidad, falta de visión, junto a un desconocimiento total de la materia entre manos y de las fuentes a donde debían acudir, constituyen desde todos los puntos de vista una triste e ignominiosa referencia. Dos desprecios, dos insultos han permitido, tolerado y consentido año tras año, legislatura tras legislatura y década tras década, aun saltándose los cambios de régimen, sin que en ningún momento se hayan preocupado de esos dos grandes fallos que abruman, avergüenzan e insultan de manera descarada a estas sencillas y respetables tierras como cualquiera de las del resto de Hispania.

Sin embargo, a estos mendicantes de los presupuestos generales, aburren a las más distinguidas ovejas del rebaño nacional, oyéndose hablar de infraestructuras, como si la abundancia de vocabulario político, bastara para justificar la nómina privilegiada, legislatura tras legislatura. Sin embargo en estas Tierras del Oeste disfrutamos de dos infraestructuras, que con distinto trazado histórico en el tiempo, constituyen dos piezas claves de eso que desde aquel bien celebrado Mayo de 1945 se quiere llamar Europa.

La primera es la más célebre por su antigüedad de esta soñada quimera, es la más célebre por su antigüedad de esta soñada Europa, pues desde el tercer milenio antes de Cristo ya figura en los anales de la historia del mundo Mediterráneo, esa que con el célebre número de la 630, es el eje nacional más importante de la media España occidental y sin embargo ese pueblerismo atrasado y hasta cerril e ignorante donde los haya ha permitido que sea la única cortada a trozos y abandonada con más vileza desde los míticos tiempos de los Gobiernos mal llamados preautonómicos y siguientes, luciendo aun hoy día la desvergüenza de discutir su desdoblamiento. La dignidad tiene unos cauces y unos tiempos. Abandonados estos o no seguidos la vileza es el medio, y el abandono la solución.

La segunda, con menos tiempo y solera histórica, sin embargo tiene y mantiene unas connotaciones que estos ignorantes de la perversión, ni siquiera conocen, como se está demostrando día a día desde hace ya siglo y medio, con lo cual suavizo los criterios del último medio siglo. Esta no es otra que la llamada 122 en nuestra nomenclatura.

Varias son las razones de esta prioridad abandonada por estos inolvidables negativos de la historia.

La primera es la actualización de un viejo sueño de la unión, dormido desde mediados del siglo diecisiete y removido con fuerza y buena disposición allá por el 1850, esa soñada unión, que hoy dictan desde fuera y aquí como somos más listos que nadie queremos sumar dividiendo. Triste es el destino de un pueblo cuando la confusión es el medio y la solución no se conoce ni se busca. En segundo lugar esta vía al margen de esa potencial unión que llegará en las próximas generaciones cuando pasen estas desventuradas de la nómina de los Presupuestos es una vía de comunicación clave del centro de la geografía y de la geopolítica hacia la gran salida del mundo nuevo, mientras nuestros protagonistas siguen soñando sobre el tapete la nueva proyección de su inexistente programa.

Dos sueños malogrados. Dos futuros pisoteados y dos vergüenzas que se han convertido en dos vulgares insultos a unas tierras, con el agravante, de definir a la vez a los responsables del olvido del desprecio convertido en insulto.