Todo lo dicho por el dictador libio Muamar al Gadafi en Italia, con motivo de la celebración del segundo aniversario del Tratado de Amistad entre Italia y Libia, suena a amenaza. Una amenaza cierta. Una amenaza real. Su gira proselitista ha dejado abiertas numerosas polémicas, todas ellas provocadas por sus excentricidades. ¿Sólo excentricidades o, tal vez, advertencias? El dictador libio ha anunciado: «Pronto toda Europa será musulmana». En Italia no ha gustado un ápice. En Italia se ha acogido mal este anuncio. Pero ¿y en el resto de Europa? Se lo han tomado como una baladronada. Pero, no.

No hay más que ver cómo se las gasta la prensa de un país, Irán, insultando y condenando «a muerte» a la primera dama francesa, Carla Bruni, por el simple hecho de haberse solidarizado con Shakine Ashtiani, la mujer iraní sentenciada a morir lapidada. Eso es lo que nos espera en Europa como el anuncio de Gadafi se haga efectivo. Ha dejado las suficientes «perlas» como para que empecemos a tomarnos en serio lo que ahora se considera una excentricidad.

Sería terrible si eso llegara a ocurrir. Sobre todo para las mujeres. Perderíamos todo aquello por lo que hemos venido luchando a lo largo de los siglos y fundamentalmente el más sagrado de nuestros derechos, el derecho a la libertad. Gadafi ha allanado el camino de su crédito diciendo que la islamización de Europa se iniciará con la entrada de Turquía en la UE. Tengo para mí que ese proceso ha comenzado ya. Sólo que en unos y otros países, en función de la libertad religiosa, de la pasividad, de la «alianza de civilizaciones» y de ese conformismo imbécil que sacude al viejo continente o no nos estamos enterando o dejamos que sigan tejiendo sobre nuestros derechos la tupida malla que en algunos ámbitos empiezan a sentir. No hay más que ver las facilidades que se ofrecen desde la Red para «convertirse» al Islam. El caso es que lo pintan todo de color de rosa. La realidad es negra y a veces con olor a pólvora tras la inmolación.

Hay más que indicios. Un templo católico de Bélgica se convertirá en mezquita. El Ayuntamiento de Gerona cede el castillo de San Fernando para el rezo de los musulmanes. En Córdoba sigue viva la tensión ante la insistencia de la población musulmana de hacerse con la catedral que una vez fue mezquita, pero que antes de ser mezquita fue iglesia cristiana. La islamización, según Gadafi, no se detendrá en Europa. América será el siguiente paso. Todos conocemos la polémica surgida tras el apoyo del alcalde de Nueva York a la construcción de una mezquita en la Zona Cero. Es como una bofetada para las víctimas del 11-S, pero parece que tiene todas las trazas de que así sea.

No hace falta que Turquía entre en la Unión Europea para que se observen indicios a los que no se está dando importancia. El panorama no puede ser más desalentador. Lo del circo de Gadafi será una anécdota comparado con la realidad que nos podría tocar sufrir llegado el caso. Ya lo pronosticó un jeque árabe: «los musulmanes se harán con España y Roma». Ojalá se equivoque.