Es verdad que hasta ahora el principal mérito de Tomás Gómez, candidato a candidato a la Comunidad de Madrid, era el de haberse opuesto a la voluntad de Zapatero (lo que no es poco, y le hace un ejemplar casi único en el PSOE), pero a partir de ahora su mérito estará en resistir, desde su casamata madrileña, el ataque del aparato nacional del partido, aguantando el tipo sin arrugarse pero sin desmelenarse. ¿Bastaría con todo ello para ser un buen candidato? Yo diría que sí, al menos en los tiempos que corren y en nuestro sistema de partidos: de puertas adentro, porque quien tiene el coraje de oponerse al mando es un mensajero de salud interna; y de puertas afuera porque es tal la aversión que la gente ha tomado a los partidos, que el disidente, aunque en su feudo sea un cacique más, tiene prima de salida. Zapatero lo sabe, y se ha bajado a tiempo, diciendo que el pulso no le afecta.