Apenas reiniciado oficiosamente el curso político con los primeros días de septiembre han vuelto las encuestas y sondeos habituales sobre intención de voto y valoración de los líderes políticos. Aunque lo cierto es que en realidad ni siquiera en pleno verano han dejado de producirse los muestreos, oficiales y por libre. Y que han tenido y sigue teniendo un común denominador, al vaticinar en todos los casos el relevo en La Moncloa con triunfo claro, en las próximas elecciones generales, del PP de Rajoy y por no menos de ocho puntos de diferencia ante un Zapatero absolutamente desgastado y sin posibilidades.

Hasta tal punto esto parece ser así que incluso en uno de los sondeos más recientes, conocido hace un par de días, una mayoría de los consultados, nada menos que el 65,6 por ciento estiman que el PSOE debe buscar otro candidato para 2.012. Incluso entre los mismos votantes socialistas son de esta opinión un 46 por ciento. Lo que demuestra que el crédito político de Zapatero se ha agotado a todos los niveles. Su grado de impopularidad supera incluso al de Aznar cuando decidió el apoyo de España a la guerra de Irak, lo que ya es decir. Ha sido una gran, una enorme decepción, este hombre, al que ya no resta siquiera ni el buen talante del que tanto presumía. Aunque no se pueden negar algunos logros relevantes en materias sociales, su giro hacia una izquierda más radical, sus revanchistas leyes que han abierto cerrados frentes de rencor en la sociedad española y su torpe y bamboleante gestión de una crisis que no reconoció hasta que la tuvo encima y le arrolló, le han puesto en la picota incluso para muchos de los suyos.

Pero lo peor no es sólo eso, sino que igualmente la opinión pública reflejada en esa encuesta, considera en número mayor aun que tampoco Rajoy reúne méritos suficientes para ser el líder del PP y para ser el candidato del partido que presumiblemente gobernará el país a partir de 2.012. Un 73 por ciento cree que el actual presidente de los populares no debe ser el candidato a la presidencia del Gobierno, y entre los votantes de la derecha tal estimación se alarga hasta el 69 por ciento de los consultados. Unos índices que resultan bien significativos. El asunto Gürtell, en el ámbito del PP valenciano y del que cada día se conocen nuevos datos y detalles que ofrecen claros indicios de las actuaciones de una amplia red de corrupción en la zona levantina, y el empecinamiento de Rajoy que respecto al caso sólo abre la boca para asegurar que Camps repetirá como candidato en los comicios autonómicos del año venidero, pueden tener un caro costo impensado y ser un verdadero lastre a la hora de la verdad para los populares.

Desalentador panorama por uno y otro lado, en un país que está necesitando como el comer de una regeneración ética y política. Que no se producirá, porque el pragmático bipartidismo forjado por los dos grandes partidos y que tanto está encorsetando la democracia para su mejor acomodo, es el que sigue imperando totalmente. Según el sondeo referido, además del triunfo del PP sobre el PSOE, los partidos nacionalistas se mantendrán en los mismos niveles actuales, e IU y UPyD, el partido centrista de Rosa Díez, aumentarán sus votos pero con escaso peso específico final. Lo de siempre, o sea.