Con los agobios del agosto, con la gente buscando dónde y cómo aliviar los sudores, con media España digiriendo los efectos de una crisis que no cesa, nos llega un año más la «Jornada para el mantenimiento de templos y casas parroquiales». Para quien esto escribe esta Jornada lleva el dato cercano y la puntual referencia de la iglesia de Santiago del Burgo, claro y feliz ejemplo de todos esos cuidados que van de la dulce cura del mantenimiento a la tan estudiada como costosa cirugía de la rehabilitación.

Junta de Castilla y León y Fondos Europeos han hecho posible la obra de Santiago del Burgo. Obispado de Zamora y la Parroquia de San Juan y San Vicente han contribuido a su vez con el añadido de la restauración de imágenes, de parte del mobiliario y de la megafonía por un montante que supera lo recaudado en toda la Diócesis en la Campaña del 2009. Esto nos puede dar a entender que la razón de la «Jornada Pro Templos» no es tanto la recaudación de fondos cuanto la de hacer sentir, cada cual a su iglesia, como su propia casa. El lema «Cuida tu iglesia, es tu casa» nos acerca a la Pastoral del obispo D. Gregorio donde dice que «las iglesias son casas de Dios en las que entramos en relación viva con Él».

Las piedras hermosas, nuevas o viejas, de una iglesia no son el refugio donde se esconden unos hombres al margen de lo que pasa en el mundo sino el caparazón que protege esa libertad total y profunda que poseen para ser testigos, ahora y siempre, de lo infinito. Un cartel a la entrada de Santiago del Burgo decía: «Aquí han rezado durante ocho siglos muchos fieles. Guarda silencio, admira y ora». Más allá de los intereses promocionales, culturales o turísticos, merece la pena cuidar y hacer acogedores estos templos románicos, en ellos y desde ellos habla Dios y en ellos es más fácil discernir la diferencia entre vivir con o sin Dios.

Gratitud, y mucha, hacia quienes eligieron primero y alentaron después la intervención en Santiago del Burgo; excelente sin duda el tratamiento en línea con actuaciones precedentes como las del Cuartel, Balborraz, el Castillo, el casco antiguo y, ya ahora, «Zamora Románica»… Reconocimiento para el buen hacer de la empresa «Volconsa» y para quienes han puesto el alma en la realización de la obra desde las altas Instancias al más humilde de los peones. Ahora es el momento de la apertura, de la justificación y del sentido. Una casa bien presentada es siempre una invitación a quedarse. De eso se trata. Lo dicho: ¡Felicidades!