Este año las vacaciones de las escuelas e institutos no coinciden con la Semana Santa, pero nadie ha levantado la voz como antaño, la primera vez que se tomó esa decisión con un director provincial de Educación del PSOE. Nada han dicho ni los padres cofrades ni los padres de alumnos porque el Lunes, el Martes y el Miércoles sigan siendo «Santos» con clases.

Esto es un síntoma de que la sociedad es más laica, y que las manifestaciones religiosas pueden ir por un lado mientras las festivas y de descanso vacacional van por otro, en eso que llaman normalidad y convivencia.

También puede ser que no se reaccione de la misma manera si las vacaciones de después de Semana Santa las impone un señor de la Junta y del PP que si se tratara de otro partido. Pero aun teniendo en cuenta el amiguismo partidista, ya es bastante síntoma de laicismo que la iglesia se haya mordido la lengua y haya amordazado de paso a los voceros defensores de las vacaciones «puras», sin Semana Santa recortada, ni semanitas anticipadas o retrasadas.

Así, el primer día de la Semana Santa, Domingo de Ramos todavía dentro de la Cuaresma, se adelanta la resurrección de la carne alistano-sanabresa y sayaguesa, sin que se aprecie ningún signo de irreverencia, en el Salón de la Carne y la taberna instalada en Ifeza, más concurrida que la procesión de palmas y laureles. Con la misma normalidad se ven los burros de la raza zamorana que el paso de la borriquita, a fin de cuentas unos y otra más laicos que santos.

Nadie alza la voz para echar a los mercaderes del templo, porque Zamora es más de todos, y la Semana Santa de unos es también la semana laica de muchos otros, que ven en esta celebración religiosa también una celebración festiva más. Y en esta ciudad, mucho más festiva que religiosa.

Pero no es cuestión de entrar a debatir si es más o menos Santa o más o menos fiesta. No hace falta. Los zamoranos y las zamoranas lo han resuelto con esa normalidad que decíamos al principio.

El Miércoles Santo transmuta al alcalde o alcaldesa de Zamora en portavoces ante un Cristo, nada menos que de las injurias, para decirle que vamos a estar en silencio. Un alcalde laico no se atrevería a hablar de ciertas cosas al que es un Dios para tantas gentes. Por respeto a las creencias religiosas. Un poco de laicismo haría del Juramento del Silencio un acto ritual, donde lo importante fuera el respeto a una religión y a una tradición, y no el devenir político y social de los aconteceres diarios, en los que la voz de la política lo es de un partido y no puede serlo de todo un pueblo.

La primera luna llena de la primavera, noche del Jueves al Viernes Santo, ya es tradición laica el botellón que se celebra en varias zonas del casco antiguo, y que supone una atractivo turístico para miles de jóvenes que se acercan a Zamora en una noche en la que las procesiones se relevan para ocupar la calle, como lo hacen los jóvenes, hasta bien entrada la mañana. Botellón y sopas de ajo para entrar en calor en una noche de vigilia en la que nadie duerme, semanasanteros y laicos, cada uno celebrando acontecimientos tan dispares y tan cercanos, como la vida y la muerte. Como la vida que no es eterna y la muerte que tampoco es para siempre?

«Con un par» se acaba la semana laica. Y la religiosa también. Porque los cofrades de la vara florida comparten en el campo y en los bares los «dos y pingada», huevos y carne resucitada, que en Zamora ya hemos dicho que no había muerto en la Semana Santa.

Hermanos cargadores de paso -también hermanas desde este año- seguimos siendo los que al día siguiente cargamos con el peso de seguir viviendo otras pasiones, otras penas, otros problemas: más viejos, más parados, con un futuro incierto los jóvenes, los viejos temiendo el futuro cierto? Hermanos o camaradas de pasos, porque hay que seguir adelante buscando el pan nuestro de cada día en medio de la crisis que habíamos olvidado por unos benditos días se Semana Santa? y laica.