El pasado miércoles se hacía eco el diario «La Opinión-El Correo de Zamora» de unas declaraciones suyas atribuyéndome la decisión de un desmesurado (masivo lo llama usted) desembalse en Barrios de Luna que habría sido el origen de las inundaciones sufridas en la comarca de Benavente.

La Confederación Hidrográfica del Duero comunicó, en una nota de prensa emitida el mismo día, los datos de salida de agua en el Embalse de Barrios de Luna y los errores que contenían sus aseveraciones. No obstante como en estas hay algunas inexactitudes demasiado palmarias, me gustaría hacer al respecto, y fuera del ámbito más formal de las declaraciones oficiales, una reflexión en alta voz a través de esta «carta abierta», con el doble objetivo de tranquilizar a la ciudadanía en momentos en los que la calma es el mejor antídoto contra los efectos dañinos de fenómenos naturales adversos y cíclicos como son las avenidas en nuestros ríos y, en segundo lugar, siquiera sumariamente y a título personal, reflexionar también sobre la interrelación entre las distintas Administraciones públicas y sus responsable políticos durante episodios como el de las recientes avenidas en el río Órbigo, ya que, con independencia de cuál sea su posición orgánica en un partido político, es usted un alto responsable del Ayuntamiento de Benavente que, en situaciones como la que nos ocupa, es una Administración local dotada de amplias competencias.

Ya decía la Confederación Hidrográfica del Duero en el comunicado al que antes me refería, que los desembalses en Barrios de Luna se habían limitado, desde el inicio del período de avenidas, a una media de 0,5 metros cúbicos por segundo, que es la cantidad mínima estimada para preservar ambientalmente el cauce del río en los aledaños del embalse y que, comparativamente, es una cantidad 1.800 veces menor (sí -permítame el énfasis- 1.800 veces menor) de las cifras contenidas en su aseveración que, de haber sido ciertas (y posibles, pues se aproximan a la teórica y nunca experimentada capacidad máxima de desembalse de Barrios de Luna con todas sus compuertas y aliviaderos abiertos simultáneamente), hubiera provocado una catástrofe de incalculables dimensiones a lo largo de los ríos Órbigo y Esla.

Por el contrario -también lo explicaba la Confederación Hidrográfica del Duero en su nota de prensa- la Presa de Barrios de Luna ha permitido la retención de casi 30 millones de metros cúbicos en su embalse lo cual es, sin duda, una buena noticia por partida doble: de una parte es agua que no ha circulado por el cauce del Órbigo evitando agravar los efectos de la avenida (cuyas causas han de buscarse en los ríos afluentes de su margen derecha, desde el Omaña hasta el Eria); de otra parte, ha permitido aumentar las reservas hídricas en el sistema, dando un respiro a muchos colectivos de regantes que, por depender de un río tradicionalmente deficitario de agua como es el Órbigo, dan cada año un ejemplo de racional administración de los recursos disponibles para riego a través de sus Comunidades cuya colaboración con este Organismo es paradigmática en la cuenca del Duero.

Además es bueno también que la ciudadanía sepa que las decisiones de desembalse -que usted me atribuía personalmente- no son fruto de una iluminada inspiración del presidente de turno de la Confederación Hidrográfica del Duero, sino que son el producto de decisiones técnicas que tienen detrás el acervo de muchos años de experiencia acumulada en la gestión de cada embalse y de sus cíclicos periodos críticos. Puede en este sentido estar tranquila la ciudadanía -y usted mismo si se sintió inquieto porque el Presidente de la Confederación Hidrográfica del Duero hubiera acordado desembalsar Barrios de Luna- porque estas decisiones se fundamentan en las directrices anuales que, con carácter general y participación de los usuarios, fija anualmente la Comisión de Desembalse para que, en cada situación concreta, las apliquen después competentes técnicos muy cualificados que acumulan no sólo su propia experiencia, que es grande, sino también la experiencia de cuantos les precedieron en la gestión de estas presas, cuyas incidencias quedan perfectamente registradas.

Y, para terminar, una última reflexión sobre el papel de las Administraciones públicas en la gestión de episodios como el de las recientes avenidas en Benavente. Es verdad que es legítima la confrontación política y también que, dentro de ella, siempre serán objeto de debate los límites éticos en los que aquélla debe enmarcarse. Personalmente no comparto la discrepancia y descalificación permanente e incondicionada del adversario, pero supongo que ésta es una cuestión opinable con la que usted no necesariamente tiene que estar de acuerdo. No obstante espero y confío que coincida conmigo en que el objetivo final de tal confrontación es aplicar en las distintas administraciones públicas un determinado programa de servicio al ciudadano porque ése es el lugar común donde todos debemos coincidir. Y sin duda, cuando las aguas bajan revueltas -y creo que la licencia literaria casi no es aquí licencia- todos los responsables públicos debemos remar en la misma dirección hasta que las aguas se calmen. Y, desde luego, no es remar en la misma dirección verter afirmaciones tan inciertas como las expresadas por usted, tanto en lo que se refiere a las disparatadas cifras de desembalse, como a atribuirme exclusivamente, igual que si de un presidente de república bananera se tratara, la decisión personal y caprichosa de ordenar un desembalse que, de haberse producido en los términos cuantitativos señalados por usted, habría sido más que temerario. Tal vez -cierto que es una leyenda nunca documentada- el emperador Nerón quemó Roma para que el incendio, visto desde la Roca Tarpeya, le inspirara unos versos. Puedo asegurarle que en las decisiones que precedieron al prácticamente inexistente desembalse de Barrios de Luna sólo existieron consideraciones técnicas y nunca el pretexto -que sería inmoral y rastrero- de hacerme fotos el domingo por la tarde en Benavente. Mi forma de actuar -que a usted le parece surrealista- creo que se explica por si sola: había un problema grave en un punto de la cuenca y me pareció muy oportuno estar lo más próximo a él para coordinar las actuaciones necesarias para paliarlo, aunque fuera el domingo por la tarde. Lo que si puede tildarse de surrealista -y, por qué no, también de torticero- es que el concejal de Medio Ambiente de Benavente insinúe vinculaciones entre una pretendida intención fotogénica y un desembalse, por cierto también pretendido, pues fue inexistente.

Tiempo habrá, cuando la situación meteorológica e hidráulica se normalice, para analizar con más calma las discrepancias y ejercer la sana crítica y la prudente reflexión de todas las Administraciones. Será en ese momento, siempre obviamente con datos reales, cuando debamos analizar los efectos de las avenidas y sus causas últimas que, aunque siempre son meteorológicas en una parte, también se nutren de decisiones de las Administraciones públicas que en esta materia concurrimos y que, por ejemplo, han permitido -no voy a entrar ahora en si más o menos recientemente- edificar en zonas inundables. Desde luego ésa es una causa concurrente y unánimemente aceptada como agravante de los efectos de cualquier avenida. Por ello la Confederación Hidrográfica del Duero seguirá empeñada -porque así lo quiere la ley que es expresión de la voluntad ciudadana- en evitar y corregir este tipo de actuaciones, aunque por ello se nos tilde -y cito textualmente sus palabras- de «estar por encima del bien y del mal» y de «ser el Organismo menos colaborador, más entorpecedor y más sancionador». Porque el reproche así expresado es mucho más que un reproche a su último Presidente y trasciende a los cientos de empleados públicos que se esfuerzan cada día desde la Confederación Hidrográfica del Duero en mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, debo lamentarlo más profundamente, especialmente porque proviene de un responsable municipal de Benavente que tilda a este Organismo de ser el «menos colaborador», cuando, sólo en su comarca la Confederación Hidrográfica del Duero ha invertido en los últimos cuatro años más de cincuenta millones de euros.

Por lo que a mi respecta puede estar seguro que seguiré empeñado en impulsar que la Confederación Hidrográfica del Duero mantenga con los Ayuntamientos de Benavente y su comarca la estrecha colaboración que hasta ahora venimos manteniendo, porque en definitiva eso es lo que nos reclaman los ciudadanos a los que nos debemos.