El acuerdo no ha contentado a nadie. Voces en contra del reparto de poderes pactado se han levantado en León, Salamanca, Valladolid, Palencia, Soria y, por supuesto, en Zamora, que reclama con toda la razón verse atendida como se merece en el Plan de Negocio de la futura caja fusionada.

El presidente de Caja España, Santos Llamas, asegura que las provincias de origen de las cajas serán tenidas en cuenta en ese Plan de Negocio que ya están diseñando los responsables de las dos entidades. Zamora deberá estar atenta para que no ocurra lo mismo que en anteriores procesos de fusión, en los que la provincia fue injustamente tratada. De momento, lo mayor de la hogaza se lo han repartido ya León y Salamanca, puesto que las sedes de los órganos de poder y de los principales activos de negocio han quedado en ambas ciudades con el beneplácito del Banco de España y de la Junta de Castilla y León, principales auspiciadores de una fusión que a punto estuvo de saltar por los aires ante la resistencia de los salmantinos.

El tortuoso camino para conformar la octava caja de ahorros más importante del país ha estado plagado de tal cantidad de claroscuros que nada hace pensar que la entidad resultante pueda contribuir a que, definitivamente, Castilla y León actúe como una comunidad unida y no como un conjunto de provincias atomizadas.

Sorprende, por ejemplo, la capacidad de presión ejercida por la Junta para imponer la fusión en este caso, después de que Caja Burgos se desenganchase del proyecto de una gran caja regional. Igual que la opacidad de las negociaciones anteriores a la reunión de Tordesillas. Ese secretismo ha originado evidente malestar entre muchos consejeros, que reconocen, eso sí, en voz baja, que lo que estaba sobre la mesa era cuestión de dos. Es decir, que, contrariamente a lo que afirma Santos Llamas, cuando en las reuniones se hablaba de León y Salamanca se quería decir exactamente eso, sólo León y Salamanca.

El documento firmado por los representantes zamoranos el mes pasado reclamando participación para la provincia puede convertirse en papel mojado de aquí a quince días, según el resultado de ese Plan de Negocio donde se fijarán las bases de gestión de la futura caja. Zamora es la cuarta provincia con mayor número de oficinas de Caja España de todo el país, por detrás de León, Valladolid y Madrid, una realidad que los responsables de la entidad no parecen tener en cuenta a tenor del trato que en ocasiones dan a la provincia. Y a pesar de los cierres y de la presencia menguante en los últimos años de Caja Duero, la zamorana es la novena provincia española en número de sucursales de la entidad de origen salmantino. Ese Plan de Negocio deberá establecer la estrategia de las cajas para consolidarse y los intereses de Zamora deberían ser tenidos en cuenta en su diseño, como ha reconocido el propio presidente de Caja España. Que los zamoranos sigan confiando y manteniendo sus ahorros mayoritariamente en ambas entidades nunca ha sido convenientemente evaluado ni traducido en los órganos de representación ni en el reparto de poderes de ninguna de las dos.

La prueba definitiva estará en ese Plan de Negocio y en la anunciada descentralización de la Obra Social, que debe cubrir realmente las necesidades socioculturales de la provincia más allá de exposiciones itinerantes o los cada vez más escasos patrocinios deportivos. Zamora espera una nueva caja con una verdadera vocación de servicio a la provincia, mediante un apoyo decidido, por ejemplo, a los emprendedores e innovadores que intenten crear riqueza.

La fusión tiene un coste real y directo para Zamora: cincuenta personas menos trabajando en la provincia, las que se calcula van a verse afectadas por los ajustes de plantillas. Son el equivalente al cierre de una empresa de grandes dimensiones, si atendemos al tamaño medio de las existentes de la provincia. Que sean prejubilados en lugar de parados resta, ciertamente, dramatismo social a la situación, pero endurece el retrato laboral de una Zamora situada en el último puesto de la tabla nacional de población activa. El acuerdo, tal y como está, sólo nos envejece un poco más. Por eso Zamora debe ser atendida como se merece por la nueva caja.