Claro que es significante si una coma va aquí o allá, claro que las tildes sirven para distinguir. Recuérdese el ejemplo clásico: no es lo mismo «Lo mejor y lo primero para mí, compañero» que «Lo mejor y lo primero para mi compañero». También, claro que importa el orden en que se escriben las palabras dentro de una frase. Pero estamos en Reyes, tiempo de tregua, y seguro que el lector agradece que pillemos aquí unos cuantos gazapos (cazados en Internet o debidos a la generosidad de quienes me los envían), los cuales, amén de conejos pequeños, son yerros que por inadvertencia deja escapar quien escribe o habla... y que un servidor ha cometido, comete y es muy probable que siga o seguirá cometiendo.

La verdad es que nos mueven a sonrisa, qué demonios: «A prisión por comerse un bocadillo de guardia», se lee en un titular de prensa. Gazapea por errar en la última preposición (debería ser «durante», seguido de «su»), pero nos deja un significado que excitaría la imaginación de cualquier psicópata: un individuo comiéndose en bocata al guardián que previamente habría abreviado. El desorden crea la confusión gazapera: «Dos individuos propinaron una paliza de nacionalidad colombiana en la calle Plateros», pues tal parece que haya palizas con pasaportes diferentes. No creo que sea cierto el adyacente final de «La princesa Magdalena de Suecia vive con su novio de cuatro meses», pues, aunque acaso le gusten jóvenes, estoy seguro de que no dará tan mal y punible ejemplo a sus súbditos. «Muere cosido a puñaladas por una gorra durante un concierto» nos deja inquietos sobre las homicidas tendencias de las inocentes gorras, y «Se da a la fuga después de una reyerta con un muerto» nos habla, sin querer, de un submundo terrible de donde huyen quienes pelean con los muertos. No es lo mismo que se hayan estrellado tres aviones españoles en Turquía a lo largo del año que lo que reza esta noticia: «Un avión español se estrella por tercera vez en Turquía en lo que va de año»; ni tampoco que «Un Boeing 747 regresa a Madrid por una grieta» equivale a que una grieta en el fuselaje sea la causa de que una aeronave regrese, pues parece indicar tan mal encabezamiento que anda tan apretado el tráfico aéreo como para que los millonarios controladores no tengan más remedio que aprovechar hasta las grietas del cielo para colar aviones en la pista de aterrizaje.

En el siguiente gazapo, al pobre redactor le faltó espacio para titular como quería o le comieron la expresión «a un presunto delincuente» y así quedó la cosa: «Una dotación policial interviene una navaja de 11 cm que merodeaba por el polígono industrial Bertola», y ahí se me van los ojos viendo a una navaja gaditana y merodeadora. Hay que ver cómo se las gastan algunos monseñores, que agobian más allá de la muerte a quienes guardan inquina: «Unos vecinos culpan al obispo de hacer la vida imposible a un cura fallecido». Hay que ver también cuánto entusiasmo no albergaría el plumilla que, ansioso por la floración de las amapolas, tituló: «A las 14.31 horas de mañana comienza hoy la primavera». Pero, volviendo al comienzo, sí importa el orden gramatical, el orden de los factores sí altera el producto, como nos enseñaban en la escuela: «Un turista alemán ahogado muere en Mallorca mientras esperaba una ambulancia», información inquietante así escrita, pues no sabe uno si pensar que el pícaro teutón tuviese más de una vida o si le dieron matarile en espera de los socorros médicos o qué sé yo qué. Y sí importan las comas, porque ya me dirán ustedes cómo no será el piso si los ascensores tienen tanta amplitud como en este último gazapo: «Calle Azucenas. Piso exterior con ascensor de tres dormitorios, salón, cocina, baño, aseo y dos terrazas». Hasta las cejas me empufaba yo para comprarlo.