Es el nombre más pronunciado desde hace más de quince días, en los informativos de la radio y de la tele. El nombre más veces escrito en las páginas de «Nacional» en todos los periódicos de España. Aminatu Haidar, el nombre de la activista saharaui que a todos nos recuerda en cierta medida a Mahatma Gandhi. Es tremendo el calvario que esta sufriendo esta mujer y es vergonzoso comprobar la hipocresía que se gastan los servicios de Exteriores españoles con el Gobierno marroquí y la Monarquía alauí, uno y otra instalados lejos de la modernidad y la democracia, con comportamientos y actitudes más propias de épocas medievales.

La figura de Aminatu se agranda por días mientras sus fuerzas físicas flaquean. Sólo las físicas, porque esta señora de convicciones firmes, mantiene su dignidad por encima de la indignidad y de la cobardía de tantos. Prefiere que sus hijos se queden antes sin madre que sin dignidad. Y lo hace sin apelar a violencia alguna, a guerra alguna, a conflicto bélico alguno. Lo hace rebelándose pacíficamente, como hacía Gandhi. No quiere otra cosa que volver a su casa, con los suyos pero, lamentablemente, Marruecos no da su brazo a torcer. Y Aminatu se aproxima sin prisa pero también sin pausa, hacia ese fatídico día, el que hace el número 40 en huelga de hambre, que es cuando los médicos consideran que el daño es ya irreversible. Antes morir que perder un ápice de la dignidad, lo único que ya le queda al pueblo saharaui, frente a un país, Marruecos, que los quiere fagocitar o borrar directamente del mapa.

Sólo que el mapa del Sáhara les pertenece. No sé qué hace la ONU que no toma una determinación. Cuánto miedo tienen unos y otros al reino alauí. Marruecos no se puede anexionar un territorio que no es suyo. Un territorio que debe caminar con paso firme y decidido hacia la autodeterminación. Marruecos lleva veinte años impidiéndolo, haciendo lo que le viene en gana, mientras la Onu y la Comunidad Internacional callan de forma cómplice. La pasividad del Gobierno de España tiene sus claves y todas basadas en el miedo, y no a que tomen de nuevo Perejil, pero sí a que den suelta a miles de pateras rumbo a las costas españolas, o vuelvan a abrir el grifo del tráfico de droga que llega a España por esa vía.

Aminatu Haidar es una pacifista que ya ha probado el rigor de las cárceles marroquíes, la represión del gobierno de aquel país que en Exteriores se empeñan en seguir llamando hermano. No sé dónde está el parecido. Aminatu es una mujer digna de admiración a la que debemos apoyar sin excepciones. No entiendo por qué todavía no se ha hecho ninguna gran manifestación, no entiendo por qué todavía los actores patrios no se han echado a la calle pronunciándose al respecto, no entiendo por qué el Gobierno sigue apostando por el «diálogo y la cooperación», pero solo con el verdugo, es decir, con Marruecos, sin alinearse con la víctima, es decir con Aminatu Haidar o lo que es igual, con el pueblo saharaui. A qué espera Zapatero para mostrarnos el valor de su famosa «alianza de civilizaciones». ¿A que muera Aminatu?