Entre todos lo mataron y él solo se murió. Algo así vamos a tener que decir del campo español y zamorano, del sector agrario, tras comprobar que prácticamente los políticos de todo pelaje -incluidos los que tienen responsabilidad en esta masacre- apoyan la gran movilización campesina que comenzará mañana con un paro general y seguirá el sábado con una manifestación en la capital de España. Por no ir más lejos, en esta Comunidad la gran protesta cuenta con el respaldo, entre otros, del presidente de la Junta autonómica, que hace muchos años que tiene las competencias agroganaderas, y también del partido de la oposición, a través del líder Óscar López, cuyos hermanos de ideología mandan en el conjunto del Estado y, por tanto, en el Ministerio de la cosa. Pocas veces asistiremos a una unanimidad así en defensa de un mismo objetivo, aunque no tengamos muy claro contra quién hay que lanzar los huevos, a quién hay que azuzarle las abejas o en qué edificio oficial se derramará la leche que nos sobra. Y es que Bruselas nos queda tan a desmano…

Pero ya que hablamos de unanimidades, una de las cuestiones más positivas de esta gran movida es la unidad de acción que está demostrando todo el sector agrario, con las organizaciones Asaja, Coag y Upa como promotoras de la protesta y, a priori, una respuesta solidaria de entidades, agrupaciones, colectivos y empresas relacionadas con esta actividad o que dependen de ella, como las cooperativas más fuertes, la azucarera, los vendedores de maquinaria y fertilizantes y firmas varias del modesto mundillo agroindustrial de la provincia. Al fin y al cabo, se dirán, de la salud económica del campo también depende cómo le marchen las cosas a todos a ellos. ¿Sólo a ellos?

Es increíble que durante esta puñetera crisis económica casi nos hayan hecho asumir como nuestros, como personales, los problemas de liquidez y de solvencia de los bancos y de las cajas; de los constructores y promotores de viviendas que han vivido como marajás tantos años; de los fabricantes y vendedores de automóviles… y apenas hayamos escuchado argumentos de comprensión para los productores agrarios, cuya crisis no es de ahora, aunque hoy estén más contra las cuerdas que nunca. La situación es de sobra conocida, aunque no estará de más que se airee durante este fin de semana que la mayoría de quienes trabajan en el campo pierden dinero, que los costes para producir (carburantes, maquinaria, abonos, piensos…) no paran de subir y los precios que les pagan por sus productos son de insulto, que las grandes firmas agroindustriales y las cadenas de distribución les extorsionan y manejan el cotarro, que los bancos y cajas se han puesto rácanos con agricultores y ganaderos, que las ayudas a las explotaciones familiares disminuyen y se potencia a los más grandes, que la regulación de los mercados que impone Europa favorece sólo a unos cuantos…

Y todo eso, además de producir la ruina directa del campo, tiene una incidencia muy importante en cómo marcha la economía de una provincia como Zamora. La merma de la actividad agraria propicia la despoblación de nuestros pueblos; la pérdida de negocio en el comercio, en los transportes, en la hostelería…; la desaparición de muchos puestos de trabajo directos e indirectos; el deterioro de la pequeña industria de transformación… además de favorecer el abandono de actividades como el cuidado del monte y los paisajes, la artesanía rural, la cultura y tradiciones populares… Yo creo que agricultores y ganaderos se merecen la solidaridad «interesada» de todos, no sólo de los fabricantes y vendedores de tractores.