Ya es rara, ya, la extraña fijación municipal por Salamanca. Todo lo que venga de Salamanca es bienvenido en la Casa de las Panaderas. De ahí que no solamente trabajen puntualmente con según qué empresas salmantinas, dando de lado a según qué empresas zamoranas, sino que también se traen a gente de la vecina ciudad a ocupar cargos de responsabilidad en la administración local. Como si aquí en Zamora no hubiera gente cualificada, como si aquí en Zamora no hubiera gente convenientemente preparada. Es terrible comprobar día a día cómo nos están convirtiendo en un villorrio de Salamanca. Antes éramos un barrio con un toque de dignidad, ahora ya ni eso.

Asegura nuestra amada y nunca bien ponderada alcaldesa, a propósito de la Nochevieja Universitaria que «Zamora también es campus de Salamanca». No nos recuerde ciertas cosas, por favor. Los zamoranos no sujetos a disciplina alguna de partido, o sea los que sufrimos a los políticos y sus decisiones a veces nefastas, lo vemos de otra forma. En función del mandato divino que recuerda: «Pedid y se os dará», históricamente venimos pidiendo, en concreto a la todopoderosa Universidad de Salamanca, titulaciones que a ellos ni les interesan, y unas veces hemos recibido como respuesta la indiferencia y otras un no rotundo y categórico.

Mentarnos eso de que somos campus de Salamanca es como el que mienta la soga en casa del ahorcado, igual. Y como la ciudadanía de esta ciudad no tiene el hábito de manifestarse, si acaso de despotricar en tertulias de barra fija y poco más, la Universidad de Salamanca hace con Zamora lo que le da la gana. Y nuestros políticos, algunos políticos, es decir los que van a gusto en la burra, como si no existiesen, como si los votantes no les pusieran deberes cuando depositan el preciado voto en la urna. Eso de votar no es un acto mecánico, una costumbre adquirida en democracia, porque es fácil desacostumbrarse concretamente a eso de ir a ejercer el derecho al voto que más que un derecho parece un deber que se nos impone a tenor de lo que luego se ve. Y lo que se ve tiene muy disgustada a buena parte de la ciudadanía. Lástima que luego no quede reflejado en el reparto de poder.

Una se pregunta por qué no pondrán el mismo interés en traer a Zamora empresas, industrias de todo tipo que generen trabajo para tanto zamorano en paro de larga y media duración. Industrias, empresas que den a Zamora la vidilla que ahora le falta, más allá de una noche de juerga conservada en alcohol. La ciudadanía debería examinar, como pretendía el PP valenciano con Leire Pajín, de zamoranismo a los aspirantes a gobernarnos. Apueste lo que quiera a que la mayoría se quedaba con las ganas. No hay más que comprobar la extraña fijación que buena parte de ellos tiene con Salamanca.