Es uno de esos personajes de la tierra que dejan honda huella de su paso por la vida pública, como si esa etapa de su vida hubiera estado marcada por el destino. Tal fue su labor y efectividad, que a pesar de haber pasado el siglo, sus actuaciones y en conjunto su obra sigue estando presente y viva entre nosotros. La etapa de su vida dedicada a la política es una hermosa lección que debería figurar en los más elementales tratados de Vida Pública.

Sus beneficios para la ciudad fueron inmensos, comenzando con los años que fue alcalde de la capital, o desde los altos cargos que en política desempeñó. Su principal ilusión, según nos cuentan sus contemporáneos, fue hacer todo lo que pudiera por su «patria chica» y por sus paisanos, frase que repetía con frecuencia.

Este acendrado interés por todo lo que a su tierra se refería, hizo posible la construcción del puente metálico sobre el Duero, obra de proporciones poco corrientes para la época y naturalmente empleando las técnicas más avanzadas del momento. Junto a esta obra, se añade la Restauración del Puente de Piedra, que con más de siete siglos a la espalda necesitaba una sólida y cuidada restauración, la cual desfiguró totalmente su imagen, haciendo desaparecer sus defensas y pretil dándole un aire modernista, quedando de estas obras el monumento a su memoria, monumento que además de su recuerdo nos dice a qué altitud nos encontramos cuando estamos al lado, dato que nos enseña la placa del Instituto Geográfico, allí estamos a 630,7 metros sobre el nivel del mar.

Hoy lamentamos con pena aquella restauración, que nos ha privado de una de las imágenes más representativas de la ciudad y del río.

Otra obra fruto de su constante preocupación por la tierra fue el noble edifico dedicado a Instituto de Segunda Enseñanza, considerado en su momento como uno de los mejores de España, según nos cuentan sus contemporáneos, junto a otra serie de obras en la capital y provincia, todas con menos entidad que las citadas pero no por eso restan menos actividad y preocupación por su tierra.

Fue diputado a Cortes por Villalpando, Alcañices, Bermillo de Sayago, gobernador civil de Madrid y subsecretario de Instrucción Pública y de Hacienda y en 1914 figura como catedrático del Instituto del Cardenal Cisneros de Madrid. Fue presidente del Tribunal de Cuentas, senador del Reino por derecho propio y consejero de Instrucción Pública.

Bastaría repasar con detenimiento los altos cargos ostentados a caballo de la salida del siglo diecinueve y entrada en el veinte, para darnos cuenta de la recia personalidad política de don Federico Requejo, un auténtico político de la época, sin olvidar que las incertidumbres y movilidad política de la época no daban tiempo sobrado para ello, sin embargo dejó noble huella entre las gentes de su tierra.

Simplemente con recordar el Puente Requejo 1915 ya nos dice bastante como diputado por el distrito de Bermillo de Sayago, dando solución definitiva a un sueño, deseo del enlace de Sayago con Aliste, de tan vital importancia que esa solución daba pie a la transversal o estratégica que recorre todo el Oeste y sur de las vías radiales de nuestra provincia...

Su casa solariega se encontraba entre la Rúa y el comienzo de Peñas Brinques delante del ábside de la Capilla del Monasterio del Corpus Cristi.