Hoy, cuando afortunadamente la Raya es además de un recuerdo histórico, una línea de acercamiento y de entendimiento entre pueblos que separó la historia a través de una larga gestación que malogró el parto de la unión. Hoy, cuando el Iberismo comienza a recuperar sus principios, sus metas y sus programas culturales, sociales y deportivos, queremos recordar aquellas reuniones que, partiendo de la vecina Salamanca y con el apoyo de los señores Sagrario y Eleuterio Ferreira, terminó en aquella célebre Asociación de Amigos de Portugal en nuestra ciudad.

De aquellas primeras gestiones hemos de recordar el artículo que nuestro siempre recordado Sánchez Manher publicó en «El Correo de Zamora» el día 4 de marzo de 1958, artículo que es el prólogo de la feliz idea de la asociación, que a partir de ese momento se pondrá en marcha y captará los más destacados nombres del comercio de la ciudad junto a intelectuales y figuras de la política del momento.

Citar nombres nos llevaría a una larga lista. En el silencio les recordamos con verdadero afecto y cariño.

Las fiestas y celebraciones adquirieron un cierto rango oficial y las representaciones de ambos lados estuvieron presentes casi siempre, como también las representaciones oficiales adquirieron carta de naturaleza dentro de los protocolos oficiales. Recuerdo los pregones de Semana Santa en Braganza, capital de distrito o en la antigua sede episcopal de Miranda, la activación del afortunadísimo paso fronterizo de Miranda, realizado en un tiempo récord como consecuencia de una presión del otro lado perfectamente aceptada y comprendida y poco después el nacimiento en esta última ciudad de la Asociación de Amigos de la Provincia de Zamora, con actividades culturales a lo largo de la década del setenta en correcta conexión ambas municipalidades. Incluso adolescentes mirandeses vivieron turnos en San Pedro de las Herrerías y San Martín de Castañeda, siendo alcalde de la ciudad de Miranda do Douro don Julio Meiriño. La labor cultural se desarrolló con un dinamismo y una fluidez desconocida hasta entonces.

Hoy las tierras de Aliste, con la villa como cabeza visible, y los lugares de Trabazos, San Vitero y Rabanales animan y fomentan, con acierto y una visión muy clara del futuro, estas relaciones que deberían constituir para nuestra capital un objetivo prioritario. No bastan las creaciones de instituciones de nombres muy rimbombantes, pero dormidas en la solemnidad de su pompa. Totalmente vacías a la hora de las realizaciones prácticas y de la creación de situaciones efectivas para ambos lados. Sólo así se crea con las relaciones poder, riqueza y a la vez, aunque no siempre ideas positivas.

Asociaciones que hoy son un recuerdo sentimental marcaron, con arreglo a los tiempos, un ritmo y dieron una lección.

Hoy me pregunto desde ambos lados de la Raya: ¿De verdad estamos trabajando para fomentar esas relaciones y aumentar todas las posibilidades para ambos lados?