Hubo taquilla, lo que nos parece muy bien tratándose de tan destacado acontecimiento. El precio: 5 euros, sin duda resulta ridículo comparado con la asequible entrada, por poner un ejemplo, del Teatro Principal de Zamora, y que ya de por sí es barata.

Esa simbólica entrada no restó afluencia y aunque había muchas caras foráneas, sobre todo del alfoz toresano y de la propia comarca vinatera, más de la mitad de los sanzolinos estuvieron al lado de la que posiblemente haya sido la programación festiva más emblemática. Enhorabuena a Sanzoles, su corporación, a Juan Jesús y Eleuterio. Y cómo no, al presidente Abril, que tiene las sorprendentes habilidades para multiplicar los eximios panes y los parcos peces.

Abre la flamenca velada la gracia, el salero, la musicalidad, y el colorido preciosista y barroco de la máxima autoridad gaditana para el cante de hombre: Yeyé de Cádiz secundado magistralmente por la creativa sonanta de José María Molero. Aires minero levantinos para abrir boca y, cómo no, para llevarle la contraria a servidor por haber vaticinado un posible y deseado hartazo de cantes de La Tacita y de Los Puertos. Taranto, cartagenera y nuevamente taranto. El público, ese maravilloso público -posible destilado de población tan entrañable como es la de Sanzoles- deja claro que está por la labor de unirse en íntima comunión con el excelso arte propuesto por los artistas oficiantes. Primera ovación de gala.

A partir de aquí afortunadamente Cádiz en vena. Seguiriyas, Con ese eco ancestral y sublime que les proporciona la gloriosa y flamenca voz afillá de Yeyé. Enrique el Mellizo, Perico Frascola y cambio por Los Puertos. Más apoteósicos aplausos.

Revuelto de cantiñas aliñadas con sal de la Bahía. De todo, alegrías, cantiñas, caracoles, romeras ….Después, en la cena, le comento -Yeyé, te faltó la rosa-. «Bueno picha, pero la nombré».

Remate magistral con bulerías de Cádiz, con más, mucho más sal de la Bahía y muchos, muchísimos aromas de ultramar. ¿O será que los cantes de ida y vuelta, estás henchidos de aromas gaditanos?. Calurosísima despedida a los dos artistas. Siguen cinco minutos de descanso.

Aparecen sobre el apropiado escenario –a pie de público- la majestuosidad de la gran Elu y su virtuoso señor escudero, Pascual de Lorca. Taranto y cartagenera de Don Antonio Chacón. Polideportivo sanzolino boca abajo. El metal de voz de la jerezana y el limpio toque de Pascual, llegaban nítidos al público. Fandangos para elevar el éxtasis. Dos de José Cepero y el último de Manuel Vallejo. Aplausos atronadores. La tensión, subía y subía por momentos.

Tientos. La entrega del respetable –en un alto porcentaje del recinto- intenta acompañar con palmas. El que suscribe recuerda pocas noches flamencas en las que el público las haya vivido con tamaña intensidad. Pero bueno, estamos en Sanzoles, y este es otro mundo. Rematan los tientos con ocho tangos. Cinco de la Niña de los Peines, Extremadura, Plazuela y otro muy de Santiago con un rico regusto en paladar a Tío Gregorio Borrico. Más apoteosis convergente de público y artistas.

El rey de oros. Las seguiriyas. Manuel Torre, Tío José de Paula y cambio de Curro Durse, pero muy en la línea de Manuel Molina.

Remate excepcional por bulerías acompañadas por Paco a las palmas, con alternancia entre la Plazuela y Santiago, para decantarse por el frenético ritmo de la plazuela y elevar al implicado público de sus asientos tributando una prologada despedida de auténtica gala.

¡Sanzoles merece estar en el orbe del flamenco!