El eterno femenino. ¿Que significa la bella expresión inventada por Goethe? Cánovas del Castillo interpretó el eterno femenino como un elemento de la mujer «sin el cual, en ninguna etapa, la vida humana está entera»; oscura explicación que no concreta la razón del influjo permanente de la mujer en la gobernación de los pueblos. Acaso se entenderá mejor si identificamos eterno femenino con calidad de mujer, con la esencial e irrenunciable femineidad. La Historia, en especial la más reciente, demuestra cómo en cualquier aspecto de la vida triunfa la mujer sin dejar de serlo y parecerlo. Entonces resulta curioso el farisaico escándalo de sedicentes feministas por el protagonismo de Carla Bruni en la visita del Jefe del Estado francés a Madrid. La primera dama ha cumplido el papel que el protocolo le había asignado, con toda la discreción que le permite su exhuberante personalidad. Es verdad que ha podido restar espacios mediáticos a un Sarkozy, ostentosamente orgulloso de su mujer; presume con motivo evidente y buen derecho; no todos los mandatarios hacen lo mismo. La prensa de estos días recuerda la labor de los periodistas con ocasión de la visita de Evita Perón, hace más de sesenta años; más de uno salió especialista en moda femenina. Se ha pretendido ver un duelo de modelos entre Carla Bruni y Doña Letizia; hasta se ha informado de que la Princesa de Asturias ha repetido vestido en recuerdo de la crisis y para dar ejemplo. ¿A quién? ¿A la elegante superviviente de la “glamurosa” quinta de “Vogue”? Cuando se publicaron aquellas poses famosas, la oposición política tomando el rábano por las hojas, criticó a las ministras posantes por su presunción de ricas, cuando seguramente se trataba de un simple gesto de afirmación del eterno femenino.

Cuentan las crónicas que un campesino de Castilla, sorprendido por el galopar de la Reina Católica, murmuró: «¡Brava hembra!; lleva faldeta no lleva braga». El atuendo de la amazona no revelaba tendencia hombruna, sino la adecuación obligada al oficio guerrero que en ese momento desempeñaba la reina. Por su parte, la ministra Carmen Chacón sorprendió un día a la tropa vistiendo en vez del uniforme militar, un estudiado modelo que, la verdad sea dicha, le sentaba muy bien. ¡Vaya usted a saber si el original modelito no ha influido en la designación de la ministra como “sex-bom”, una de las cien mujeres más deseadas del mundo! Es indudable el acierto de los electores; pero si nunca hay que confiar demasiado en las encuestas, menos cabe fiarse cuando se vota sobre gustos; “de gustibus non est disputandum”, avisaban los antiguos. ¿Es que, por ejemplo, los africanos, los chinos y los mongoles admiran el mismo tipo de mujer que encandila a europeos y americanos? ¿Cuántos se decidirían por los orondos modelos de Rubens o por las gordinflonas de Botero? Quiere decirse que el resultado de las encuestas depende de la condición y circunstancias de los encuestados.

Mientras su esposa Carla Bruni reivindicaba el influjo del eterno femenino, Nicolás Sarkozy se dedicaba a apretar los nudos de unas relaciones entre España y Francia, que se han revelado de absoluta conveniencia por su demostrada eficacia. Ni que decir tiene que los encuentros entre gobernantes son más fáciles y gratos cuando se desarrollan en un ambiente de probada y proclama amistad como la que une a Zapatero y Sarkozy. En los discursos se han cruzado testimonios de gratitud y promesas de ayuda. Tanto el Rey como el Presidente del gobierno han dicho palabras de sincero reconocimiento a Sarkozy por la inestimable cooperación de Francia en la lucha contra ETA. Y porque el amigo tiene el derecho y la obligación de cantar las verdades, el presidente francés ha advertido del peligroso error de confiar en los terroristas.