Que no lo pienses aprisa», amonesta Calderón de la Barca. Y en trances difíciles aconseja el asesor sensato al amigo: Piénsatelo bien antes de decidir; recapacita reflexiona. Esta es la palabra reflexión, que este sábado marca la vida ciudadana a vascos y gallegos. En los usos electorales, se destina a la reflexión el último día de la campaña: silenciados los pregoneros se da ocasión al votante para que digiera los discursos separando la razón y el grito, compare los programas de los candidatos y valore la credibilidad de sus promesas: para que rumie dicho sea en la metáfora del moralista culterano la alfalfa electoral. Se trata, pues, de enfrascarse en una reflexión crítica para llegar mediante la duda metódica, al voto afirmativo o negativo. En cierta manera, la jornada de reflexión recuerda el retiro mensual de las comunidades religiosas. En todo caso, hay que agradecer la previsora norma que ahorra al cuerpo electoral un día de tabarra. ¿Resultan demasiado largas las campañas electorales? La pregunta se ha planteado más de una vez en medios y mentideros. Tal vez sería suficiente un período para la recopilación, si como parece, desde que se dilucidan unos comicios hasta los siguientes, todo el tiempo es electoral para el político. Este no da puntada sin el hilo que en su proyecto, conduce hasta las urnas: busca los mejores caladeros, siembra votos, los abona desde el poder y llegada la granazón, los recoge. Y a seguir en las andadas.

Cabe preguntarse por los temas que los candidatos y sus voceros han aportado a la jornada de reflexión. El interés del elector, especialmente en Galicia, ha sido solicitado por asuntos muy dispares. Las candidatura en liza han dedicado sus mayores esfuerzos a convencer al auditorio de las maldades del rival como si no se creyeran capaces de ganarte la voluntad con las virtudes propias. Unos gritaban en el mitin contra presuntas corrupciones que parecían dar por ciertas; los otros elevaron el tono de los altavoces para denunciar despilfarros, corruptelas y estupideces de "nuevo rico". A juicio de ciertos comentaristas se ha demostrado que las campañas fueron programadas con tiempo, tramadas con astucia y orquestadas con eficacia. Esta es la impresión que lógicamente queda de la lectura de las informaciones de prensa; aun teniendo presente, el gusto de algunos medios por lo escandaloso es innegable la veracidad de la que con mérito hacen gala. Estos comportamientos electorales perjudican a la democracia; no le falta razón al llorica que repite el responso de similares ocasiones. La verdad es que existen políticos con particulares conceptos de la democracia quizá la suya no sufra sino que se siente fortalecida con semejantes procedimientos.

Esta noche se conocerá la decisión de las urnas. Entonces será el momento propicio para preguntarnos si de algo ha servido el día de reflexión. Como apunta el cursi, el "alea" ya estaba echada; entonces ¿la reflexión impuesta por norma es de paripé? No en todos los casos hay ciudadanos sensatos que aun escaldados, se toman las cosas en serio. Otros, visto lo visto y oído lo gritado durante la reñida campaña, quizá se hayan dicho: Se acabó la meditación, a votar y que salga el sol por Antequera. Desprecia la doctrina tan clara tan seria, de Gracián (que éste es otro Baltasar): «Importa mucho, escribe, la prudente reflexión sobre las cosas porque lo que de primera instancia se pasó de vuelo después se alcanza a la revista». No lo expresaría mejor ni el más creativo de nuestros políticos.