Aunque según se adelanta los precios han bajado en agosto y se reduce el IPC, y todo porque el bidón de petróleo ha caído de los 147 a los 117 dólares, mal debe andar la cosa cuando los bancos en el primer semestre del año sólo llevan ganados 9.712 millones de euros, un uno por ciento menos que el año anterior por tales fechas. Pobrecillos, qué terrible. No es que hayan perdido un uno por ciento, sino que han dejado de ingresar ese uno por ciento. Claro que para el capitalismo todo lo que no son ganancias son pérdidas. Así que se comprenderá que las entidades bancaria del país, preocupadas ante la crisis y por haber dejado de ganar cien millones de euros más, decidan recurrir una vez más a las comisiones a los clientes para ajustar al alza las cuentas de resultados. Habrá que estar atentos a la jugada, porque precisamente eso, el que pasen desapercibidas para la mayor parte de la clientela, se ha convertido en una de las claves, según los expertos, del gran negocio bancario.

De todos modos, la gente protesta y ejerce sus derechos cada vez más, en algunos casos hasta las últimas consecuencias. Reciente es el caso de un madrileño al que un juzgado ha dado la razón y ha condenado al banco denunciado a indemnizar al cliente con 26 euros que le habían cobrado de más, aparte de los intereses correspondientes. El asunto le ha llevado año y medio y de no haber sido abogado colegiado el denunciante le hubiese costado más dinero, pero se trataba del fuero, no del huevo. Lo cierto es que las reclamaciones en el Banco de España han aumentado un quince por ciento en los dos últimos años, aunque, como generalmente la política empleada es la de por si cuela suele bastar con la queja en ventanilla de la entidad para que se anulen comisiones abusivas en todos los conceptos. Y no son únicamente los 26 euros devueltos a ese letrado madrileño sino que en el curso del año pasado las devoluciones por cobros indebidos llegaron casi al millón y medio de euros.

Las diversas asociaciones de consumidores y usuarios existentes a nivel estatal están funcionando con dinamismo y eficacia y eso hace que cada día sea mayor el número de personas que se une a estas organizaciones para luchar contra los abusos que en tantas formas sufre el público. Hay que ir más allá del lamento, es el mensaje que se lanza desde la CECU, la Confederación de estos organismos y citan numerosos ejemplos de situaciones que pueden parecer anecdóticas pero que se han resuelto a favor de los clientes. Lo importante, desde luego, es no dejar pasar ni una, acostumbrarse al uso y a la protección de nuestros derechos y no amilanarse ante las grandes empresas y compañías por muchos departamentos jurídicos y muchos abogados que tengan en nómina. Lo que no puede ser es que se rían de los clientes -los bancos fijan ellos mismos las comisiones a su libre albedrío sin otra obligación que comunicárselo al Banco de España-. Lo primero que han de hacer es aprender a respetar debidamente al personal y no tomar a la gente por tonta. El Banco de España, por cierto, abre ahora un número de atención telefónica para atender mejor y más rápidamente a los ciudadanos.