La empresa de la ciencia ha salido adelante mediante el esfuerzo de generaciones. En ocasiones, quienes han protagonizado los avances, han legado su nombre a la posteridad. Pero en la mayoría de los casos, como ocurre casi siempre, los protagonistas permanecen prácticamente en el anonimato. Esto no es bueno, porque se acostumbra a pensar que la ciencia la sacan adelante cuatro superestrellas, y si uno no va a dar la talla, pues no merece la pena ni ponerse al tajo. Tal vez por ello la actual crisis en la vocación científica. Y la ciencia la han sacado adelante personas poco conocidas, como Francisco de Castro y Pascual, estudiado a fondo por la Doctora Mosso, hoy profesora de la Cátedra de Microbiología que inauguró Don Francisco.

Francisco de Castro y Pascual nació en Benavente, el 31 de mayo de 1871, donde hizo los estudios primarios, realizando los secundarios en el Instituto de Zamora. Obtuvo el grado de bachiller el 28 de junio de 1887, comenzó a estudiar francés y Derecho, pero dejó las leyes, tal vez influenciado por su maestro Don Silvino Serra, y se decantó por las ciencias experimentales. El curso preparatorio de Farmacia (1889-90) lo hizo en Valladolid, y los siguientes en la Universidad Central, donde se licenció el 3 de julio de 1895. Elogiado por sus profesores, se decantó por la bacteriología, trabajando con el eminente Doctor. Llorente. Tras una temporada como conferenciante en el Colegio de Farmacéuticos de Madrid, y gracias a que fue escuchado por un nutrido grupo de profesores de la Facultad de Farmacia a los que acabó interesando, comenzó su andadura hacia la que sería su principal aportación a la docencia universitaria y la ciencia.

En 1900 se creó en la Facultad de Farmacia de la Universidad Central de Madrid la primera Cátedra de Microbiología. Esta entonces moderna disciplina científica, necesitaba de un profesorado adecuado, por lo que la propia facultad sacó a concurso una pensión para estudiar en el extranjero, pensión que le fue concedida a Don Francisco. No era muy usual hacer lo que hoy es prácticamente norma: irse al extranjero. En 1901 se trasladó a París y fue alumno del Instituto Pasteur, donde aprendió todo lo que en la época se sabía sobre análisis clínicos y de alimentos, siendo además asistente en el Laboratorio Municipal de París.

Volvería a disfrutar pensión al extranjero a estudiar "Los sueros y vacunas desde el punto de vista farmacéutico", concedida en reñida oposición, tras doctorarse sobre el tema "Estudio de los venenos en especial el diftérico", consiguiendo premio extraordinario de doctorado. Finalmente consiguió en 1910, tras reñida oposición, en la primera cátedra española de microbiología, ser el primer Catedrático de Microbiología. Fue nombrado académico de la Real Academia de Medicina. Sus conocimientos y rigor científico formaron a un buen número de microbiólogos pioneros, llegando a ser llamado por sus alumnos "el rey de todos los microbios". Dedicó tiempo a hacer historia de la ciencia y divulgación científica, tareas consideradas modernas que Don Francisco cultivó a principios del siglo pasado. Y todo empezó en Zamora...