Letizia Ortiz ha concluido el periodo de baja por maternidad. Se han cumplido tres meses desde el nacimiento de la pequeña Leonor y la mujer del príncipe Felipe, como toda mujer trabajadora, y ella lo es, al servicio de la Corona pero trabajadora al fin y al cabo, ha vuelto a ponerse las pilas y a trabajar en lo que mejor saben hacer los príncipes y princesas del Gotha europeo: presidir esto o aquello, acudir a inauguraciones o a cenas de gala y almuerzos oficiales, entre otros etcéteras iguales o parecidos. Lo cierto es que lo bordan. Y, además, incluso lucen bonito, son el complemento ideal y eso que no seré yo quien piense en ellos como figuras decorativas, nada más lejos.

Pasados los tres primeros meses preceptivos, Letizia Ortiz, con las pilas cargadas y un look nuevo que no sabría definir pero que tampoco resultaba muy favorecedor al óvalo de su cara, se ha incorporado a sus actividades oficiales. Como otra trabajadora y madre cualquiera, dando ejemplo, evitando así el maldiciente "qué dirán" del que nadie está libre y mucho menos los representantes de la monarquía. Con sus mejores hatos, que se dice en mi pueblo, Letizia acompañó a su marido el príncipe Felipe a la cena conmemorativa del centenario del diario "Mundo Deportivo". Y fue en Barcelona. Precisamente en el mismo lugar donde el Príncipe de Asturias pronunció su discurso en catalán sin que nadie por estos lares se haya rasgado las vestiduras, mesado el cabello o pedido explicaciones a la Casa Real. Aquí es que somos muy naturales y muy democráticos.

A mí me da igual la lengua en la que los miembros de la Casa Real se dirijan al público, mientras que si algún día vienen a mi pueblo, que es Zamora, lo hagan en la de Cervantes que es absolutamente universal y en la que nos entendemos la mayoría, bien va la cosa. Si en la república de Carod son más felices con muestras semejantes, pues nada, que el esfuerzo siga haciéndolo la Familia Real. Alguien con muy mala milk se ha dejado decir que "para eso les pagan". Precisamente por eso Letizia ha cumplido los noventa días preceptivos, quizá un pelín más, para eso es princesa consorte y con suerte, y de nuevo se ha puesto a trabajar. No se espera menos de ella, acostumbrada como estaba a madrugar y darse la gran paliza en su etapa de redactora en Televisión Española. Que no pierda el hábito, y aunque sabido es que éste no hace al monje, es bueno tenerlo presente en el fondo del armario de las costumbres de cada cual. El hábito de trabajar siempre es bueno. Los miembros de las monarquías actuales no pueden permitirse la holganza permanente, el dolce far niente en el que tantos de sus antecesores, fundamentalmente antecesoras, veían pasar los días y las noches.

Dentro de nada, porque el tiempo corre que se las pela, veremos a la pequeña Leonor acudiendo de la mano de mamá a la guardería y cuando nos queramos dar cuenta, estará haciendo ya la Primera Comunión, mal que le pese al pesado de Gaspar Llamazares. De momento, su mamá, ha reiniciado su actividad oficial en medio del despliegue natural de cámaras y micrófonos que no querían perder ripio de la reentré principesca. La baja por maternidad dura lo que dura, dentro y fuera de palacio. Ha sido gratificante comprobar que la Constitución, que por lo menos en teoría a todos nos iguala: ricos y pobres, nobles y plebeyos, a pesar de las cargas que soporta a diario, funciona a la perfección. Letizia no ha sido la excepción.