­Las consideraciones técnicas deben ceder ante un dilema moral, ¿tenía Francia la mínima intención de ganar a España en cuartos? Un teórico de la conspiración concluiría sin más preámbulos que los franceses cedieron a sus vecinos el choque o topetazo con Estados Unidos. Dicho de otro modo, los discípulos de Scariolo van lanzados contra el muro de la NBA. Cabe advertir que este artículo se escribe antes del USA-Argentina, aunque solo tenga un resultado posible.

Los franceses dieron una lección de existencialismo. Se debatieron entre el ser y la nada, eligieron perezosos la segunda opción. Su rendición al descanso no debe despistarnos de la recuperación anímica de un Mirotic tembloroso ante Argentina, y que ayer selló seis de los doce puntos iniciales para 23 totales. O del efecto contagio de Gasol que ha experimentado Hernangómez, o de la humildad de un Navarro resignado a las tareas de acarreador. Se pasa cinco minutos sin tirar, algo que no le había sucedido en toda su carrera. Llull es el móvil continuo de primera especie. No me atrevo a confirmar que a estas horas haya dejado de correr y encestar. Transmite facilidad y felicidad, el jugador más infravalorado de la historia.

Ha sido un partido sin defensas. El equivalente baloncestístico a la energía renovable son los triples, España lanza once en un periodo. Francia cae presa de la malaise, el malestar que con acierto describieron y padecieron sus filósofos. Se disputó un amistoso preolímpico, no un encuentro en el que España se aseguró la mitad de la medalla de bronce. La medalla de plata se encierra entre las fauces de los felinos estadounidenses. España ha ganado los tres últimos partidos por un total de cien puntos de ventaja. Solo Estados Unidos dispone de marcadores semejantes en la historia de los Juegos. Para paliar el pesimismo obligado ante una semifinal contra el coloso USA, cabe destacar que los americanos vencieron a Francia por tres escuetos puntos. Si en el deporte existiera la propiedad transitiva, los hombres de Scariolo serían favoritos ante Kevin Durant y compañía. No es así. La clave de las semifinales deja de nuevo de ser técnica, para evolucionar hacia lo anímico. ¿Cuál es la actitud para enfocar el partido, despreocupada o concentrada? El periodismo no se ocupa de los milagros.