La audiencia de 'Aquí la tierra', que emite La 1 antes del Telediario de Ana Blanco, va subiendo por días. Es uno de esos productos redondos que con el tiempo se asentaron en la parrilla, que los espectadores han ido degustando, y que se ha convertido en una de las mejores ofertas de pedagogía medioambiental y amor a la naturaleza de la tele y sin grandes aspavientos, es más, en Aquí la tierra se respira, desde el minuto uno al treinta, que es lo que dura el programa, buen rollo, ironía, frescura, compromiso, y diversión.

Y desde luego desde ese primer minuto se nota que ese equipo es un gran equipo. Antes de que acabe la sintonía aparece la cara de su director y presentador, el chispeante Jacob Pretus. Es increíble en un programa en directo lo bien ahormado que está todo, lo bien que funciona el ritmo casi eléctrico del sumario, el paso de una cosa a la siguiente. Me quedo con el principio. Es alucinante.

Sí, he dicho bien, alucinante. Me deja la cara turulata. Jacob Petrus empieza su monólogo de arranque como lo haría un maestro de la escena, como lo hace al comienzo de su programa Andreu Buenafuente, pero con una salvedad. Jacob no cuenta la actualidad política ni social en tono de humor como lo hace Andrêu sino si hace frío o calor, si el mar está revuelto o la bruma inundó el cielo de las ciudades, si los pantanos agonizan, si el frente frío dejará hielos de madrugada o si ese animal está en peligro.

Mientras Jacob va contando todo eso vemos pasar imágenes en el plasma grande del plató con una sincronía milimétrica, como si estuviera grabado. Pero qué va. No hay truco. 'Aquí la tierra', con sus reporteros husmeando por el país, es una máquina casi perfecta. Disfruten de ella.