No ha sido sencillo para David Trueba (Madrid, 1969) sacar adelante su última película. 'Madrid 1987' es un film a contracorriente, una pequeña obra de arte llamada a convertirse en pieza de culto que transcurre casi por completo en un cuarto de baño, donde un consagrado articulista y una joven estudiante de periodismo desnudan algo más que sus cuerpos.

Pregunta: 'Madrid 1987' es tu película más arriesgada, ¿cómo surgió el proyecto?

Respuesta: A cada película le he dado el valor que tiene que tener. En este caso, lo que primero surgió como siempre fue el guión, la historia, la idea y escribirla. Al ponerla en pie fue cuando fueron surgiendo las dificultades. Poco a poco me fui encontrando que lo que yo pensaba que iba a ser una película sencilla de poder poner en marcha fue todo lo contrario, se convirtió en una película más complicada, más difícil, y al final una apuesta muy radical.

P: ¿Por qué elegiste esa fecha exacta?

R: Era una fecha que tenía dos valores para mí. Por un lado, el valor histórico. Es un momento en la historia de España que tiene mucho que ver con el final de los cambios, con el final de la construcción del país, una cierta sensación de que ya hemos conseguido todo, que ya somos un país europeo. Y al mismo tiempo, la sensación de que aún quedan muchas cosas por hacer. Trasladándolo a la propia sensación de un adolescente en ese momento, como era yo, que tenía 17 años, y acababa de entrar en la Facultad de Periodismo y me encontraba con esta frustración de no saber qué hacer que metafóricamente se acaba convirtiendo en el encierro en el baño de los personajes de la película.

P: ¿Ves algún paralelismo entre esa época y la actual?

R: Más que un paralelismo, lo que aprecio es que somos fruto de no haber hecho bien los deberes. Cuando salimos del franquismo, teníamos que haber mirado más a los países europeos, en una mirada más institucional y no conformarnos con esa idea de ya hemos llegado, ya somos europeos, ya somos los mejores porque tenemos una democracia. Teníamos que haber tenido la humildad de darnos cuenta de que no teníamos los hitos democráticos, de que aún no sabíamos comportarnos, no sabíamos respetar las instituciones, no sabíamos muchas cosas. Nos hubiera ido mejor habiendo tenido una cierta humildad y habernos puesto a trabajar en lugar de decir "bueno ahora ya es perfecto porque lo que vamos es a hacer dinero" y es un poco lo que sucedió.

P: Los personajes son un articulista y una estudiante de Periodismo, ¿por qué motivo?

R: Ella es una chica de 18-20 años que lo que quiere es escribir y ser periodista. Y él representa la autoridad. En ese momento nosotros no admirábamos a los banqueros, ni admirábamos a los hombres de negocios. Lo que admirábamos muchísimo era el color intelectual, el poder personal, la gente que era libre. Aquellos grandes periodistas representaban el poder y también el talento pero, al mismo tiempo, las contradicciones contra las que chocaban y que les costaba un poco asumir. Ellos tenían una forma de ser que, por un lado, les hacía muy atractivos y, por el otro, también nos dejaban un poco fuera de juego con ciertas actitudes, con cierto autoritarismo, con cierto machismo, con cierta prepotencia. Generacionalmente uno siempre tiene estas luchas, no creo que ninguna generación y la siguiente pasé de manera fácil, siempre hay un enfrentamiento, y esto era lo que quería retratar.

P: Ángela, María Valverde, es estudiante de Periodismo y la pequeña de ocho hermanos, como tú en aquella época.

R: Hay muchos elementos míos. Yo obviamente era un hombre y tenía otro tipo de carácter pero sí que he reflejado mucho de mí y de las chicas que estaban en mi entorno en la Universidad en ese momento. He tratado de proyectar sobre ella los recuerdos de entonces, tal vez siendo más fiel a cómo eran los personajes que sólo al decorado o la forma de peinarse.

P: A la hora de componer el papel de Miguel (José Sacristán), ¿te influyó de alguna manera tu trabajo de columnista en 'El País'?

R: Fue curioso porque me ofrecieron el trabajo cuando estaba acabando el guión y de pronto fue como que me pude infiltrar un poco en el oficio del protagonista. La sensación de que tienes que escribir todos los días me ayudó a acercarme a él. De todas maneras, cuando elegí a estos personajes los había admirado mucho, los tenía muy presentes en mi vida. Así que, en ese sentido, me gustaba retratarlos y los podía entender sin ni siquiera yo realizar su mismo trabajo. Luego, al acabar la película me di cuenta de que había algo de equidistancia entre yo en ese momento y ambos personajes.

P: La interpretación de Sacristán es extraordinaria.

R: Ha sido un placer ir con él a muchos festivales. Aquí la gente siempre tiene unos prejuicios ante nuestros actores, les tienen como muy calados ya. La gente me decía cosas increíbles de su trabajo y eso te hace sentir bien. Un director disfruta mucho sacando cosas de los actores y Sacristán hace un trabajo magnífico. No podría haber hecho la película sin un actor como él.

P: ¿Fue tu primera elección?

R: Le di muchas vueltas a ese personaje y pensando en nombres Sacristán fue el primero que me vino a la cabeza. Cuando le llamé me dijo: "ya trabajo muy poco pero si me gusta el guión me enredo". Y así fue, se enredó.

P: María Valverde está muy contenida.

R: Tiene un papel difícil porque habla muchísimo menos, tiene que aguantar mucha tralla. En el cine solemos decir que es más difícil escuchar en la pantalla que hablar y ella lo hace muy bien. Todo el mundo se pregunta por qué no reacciona pero es que tiene que ser así, tiene que esperar porque esperábamos, porque éramos gente muy respetuosa con respecto a personajes como Miguel. Les dejábamos hablar mucho.

P: Miguel es fumador, bebedor, mujeriego, un tipo que ha vivido mucho, ¿te inspiraste en algún periodista en concreto? Me recuerda a Carlos Boyero.

R: No eres el primero que me lo dice. Yo creo que hay una imagen de Boyero distinta a la realidad. De todos modos, él es más joven, es de la edad de mi hermano Fernando y yo pensaba más en los Umbral, los Vázquez Montalbán, Aro Tecglen… estos señores con carácter. Eran personajes originales y llamaban mucho la atención por su forma de ser. Carlos Boyero quizá representa eso para una generación más joven, que no ha visto a esta otra generación de periodistas.

P: El sexo es clave en la cinta.

R: Sí, hay un juego concreto, un duelo entre ambos. La película también refleja el deseo en las diferentes edades, la diferencia de pieles, la piel vieja frente a la joven. Para mí era importante mostrar esto y creo que es una de las cosas que da más plasticidad a la película.

P: Parece que al final hay cierta compasión de ella hacia él en la escena de sexo.

R: Percibo que cada persona lo interpreta de manera distinta según su experiencia personal, lo que me encanta porque quiere decir que la escena provoca. Hay quien dice que es por compasión, o para relajar y precisamente conseguir llegar a un grado de intimidad con él mayor, y otros dicen que hay una atracción real. Lo interesante es que el espectador haga la última interpretación y dé una respuesta a lo que está sucediendo en la pantalla.

P: Hay una frase de Miguel que es muy significativa: "No escribo para que me lean sino para que me paguen". ¿Cómo ves la profesión en estos momentos?

R: A los periodistas, o por lo menos la experiencia que yo tenía en esa época, les gustaba tener una actitud muy cívica. Les gustaba jugar un poco a las películas, hacer de vaqueros del oeste que no se casan con nadie. Creo que el Periodismo actual necesita una cierta conciencia del que lo hace. Del uso social que tiene, del equilibrio democrático, debe servir para aceptar a los que están en otros medios diferentes a los tuyos, para leerlos con curiosidad y no para provocar enfrentamientos, que es lo que ha pasado en estos últimos años, donde curiosamente hablando todo el rato de los choques entre un partido y otro, en el fondo ellos mismos estaban ejemplificando esa dicotomía irreconciliable entre unos y otros. Ha habido muchas batallas mediáticas donde se ha sacrificado el oficio para que algunos hicieran negocio.

P: ¿Y cómo ves el cine hoy en día?

R: Es una situación difícil para todos. Yo también me he encontrado con unas posibilidades de distribución de la película mucho menores pero al final nuestro trabajo es así y las circunstancias económicas del país complican todo más, pero no solo a nosotros sino a todos los sectores.

P: ¿Crees que la reducción de subvenciones provocará un cambio en la forma de hacer cine en España?

R: Va a haber de todo, porque ya hace tiempo que en el cine las subvenciones son a posteriori. El cine, hoy en día, depende más de las televisiones, que son las que deciden qué películas se hacen. Puede ser hasta bueno quitarse de encima ese estigma de las subvenciones. La imagen del cine español ha sido vapuleada por este tema, y creo que de una manera bastante manipulada.

P: ¿Qué proyectos tienes ahora entre manos?

R: Tengo un guión que quiero filmar en Almería y ahora estoy buscando financiación. También estoy arrancando las primeras páginas de una novela que, como siempre, tardará tiempo en llegar. Habían pasado seis años desde mi anterior película y nueve desde la segunda a la tercera novela, así que me tomo las cosas con calma.

P: Cambiando de tema, eres muy amigo de Pep Guardiola, ¿sabes si renovará por el Barcelona?

R: Si Pep tuviera la respuesta ya la habría hecho pública. El problema que tiene es que no lo sabe ni él. No tiene la decisión tomada. No es un juego, es una cuestión de sinceridad.