Raphael, el cantante capaz de unir en un concierto a generaciones de padres, hijos y abuelos, recorre España con la gira "Loco por cantar", un espectáculo que le traerá a Zamora el 26 de junio y en el que interpretará los temas de su nuevo álbum, "Infinitos bailes", una colección de temas totalmente inéditos compuestos por algunos de los artistas más destacados del momento y representantes de la música independiente como Mikel Izal, Dani Martín, Iván Ferreiro, Manuel Carrasco y Vanesa Martín. Por supuesto, el cantante incluirá en el concierto algunos de sus clásicos, que siguen emocionando a sus seguidores.

-Eso de estar "Loco por cantar", ¿no tiene fecha de caducidad?

-Para mí es un estado natural, y no lo digo por decir; yo sigo estando loco por cantar, tanto como cuando empecé, y me parece que debería de ser lo normal en esta profesión porque o estás muy loco por ella o no merece la pena seguir encima de un escenario. Considero que es un lujo levantarme cada día y hacer lo que más me gusta.

-¿Y qué más cosas le vuelven loco a usted?

-Mis hijos, mis amigos, mi casa, el público... y, en el peor de los sentidos, me vuelven loco las guerras y Trump..., tanto que prefiero ni verlos, pasar totalmente de ellos.

-En su último disco, "Infinitos bailes", ha contado con temas de compositores jóvenes, algunos de un estilo que muchos podrían pensar que está alejado del suyo. ¿Cómo fue la elección?

-De todo eso se ocupa mi hijo, Manuel Martos, que produce mis discos desde hace tiempo. Él es el encargado de la selección de los temas y yo no tuve más que entrar en el estudio y grabar, pero estoy completamente de acuerdo con él en todo lo que me propone. Me evita ese trabajo de buscar y, así, yo sólo tengo que ocuparme de cantar, que es con lo que realmente disfruto. Hacemos un buen equipo.

-¿Todos los temas le atrajeron desde el primer momento?

-Hubo que descartar algunos, pero por distintos motivos. De los temas elegidos yo estoy encantado con todos ellos porque son obra de artistas muy talentosos y fue recíproco porque todos ellos también están deseando repetir.

-De hecho, con Enrique Bunbury ya le une una larga colaboración.

-Sí, en este caso hicimos "La duda desnuda" y estoy muy contento. Casi todos los compositores repetirán en el próximo disco, que espero que salga igual de bueno que éste.

-¿Qué tal ha congeniado con Iván Ferreiro?

-Me ha hecho una canción bárbara y me encanta cantarla, ya veréis. Es un chico fenomenal. También quedé muy sorprendido con Pablo López, que tiene un gran porvenir, con Manuel Carrasco y con Rozalén.

-¿Incomoda o atrae rodearse de tantos jóvenes cuando uno lleva 55 años sobre el escenario?

-Uy, claro que estoy encantado, si yo lo soy tanto o más que ellos; la juventud no la marca el calendario.

-Desde luego, nadie podrá decir de usted nunca que se ha encasillado en un estilo.

-Llevo muchos años atreviéndome con canciones y estilos que la gente creía que no iban conmigo... empezando con Bunbury. Siempre he sido muy avanzado en eso y lo seré hasta el final.

-Acaba de terminar en Argentina una larga gira acompañado de orquesta sinfónica. ¿Cómo ha ido todo?

-Ha sido fantástico, en Chile actuamos ante 18.000 personas. Ha sido uno de mis espectáculos con más llenos de mi historia. Siempre quise hacer una gira mundial como ésta, con orquestas sinfónicas, porque mis canciones tienen mucha melodía; era mi mayor ilusión y ya la he cumplido, así que ahora a seguir cumpliendo sueños. Afortunadamente el irme al extranjero para mí es como estar en casa. Sólo tuve miedo la primera vez que lo hice, cuando tenía 16 años. Hoy no digo nunca que me voy al extranjero; me gusta regresar a los mismos hoteles, a los mismos sitios, volver a ver a tantos amigos... Me siento tan a gusto como en casa.

-Y, mientras está de gira, ¿comienza a pensar en nuevos proyectos discográficos?

-Mi hijo Manuel está que no para y ya está deseando ponerme nuevos proyectos sobre la mesa. Pero ahora yo estoy muy entregado a "Loco por cantar" y preocupado por que salga de maravilla. Yo soy de los que piensan que siempre hay que seguir adelante, al menos mientras el público me siga acompañando y quiera formar parte de mis locuras.