"Solo he pretendido dar rienda suelta a mi sentir. Transmitiros la emoción de esta pregonera, a través del sentimiento y los ojos del alma, de la Semana Santa de Toro, nuestra Semana Santa.". De esta forma finalizó Mari Canto Marcos, maestra jubilada y pregonera de la pasión en Toro de este año, el pregón que abrió de forma oficial la celebración de la muerte y resurrección de Cristo en la ciudad.

Un discurso ayer cambió su lugar de celebración habitual, La Colegiata, a consecuencia de las obras de las Edades del Hombre realizándose en esta ocasión en la iglesia de San Julián de los Caballeros que se encontró abarrotada durante el mismo. El pregón es para Marcos "un momento para reflexionar, para preguntarnos qué es la religiosidad popular". Una respuesta personal que ofreció a través de sus recuerdos, sus vivencias, la forma en que se vive la pasión en la ciudad o la labor de los cofrades.

Unos cofrades en los que centró su discurso y a los que consideró "los auténticos pilares de la Semana Santa, a los que la vivís desde dentro, entre los cuales me incluyo. Sabed que formáis parte de esa historia que comenzó a escribirse hace algunos siglos". Unas cofradías de las que Mari Canto Marcos destacó que "las primitivas hermandades fueron el germen de las ONG, porque en sus reglamentos figuraba como uno de los fines principales la Caridad".

Con ellos quiso rememorar su vivencia más especial: "Vestir a Nuestra Madre la Soledad". Un proceso que Mari Canto Marcos vivió con una "emoción incontenida. Aquel día en el convento de Santa Clara, cuando tuve por primera vez entre mis manos el manto de estrellas que tantos años luciera La Soledad estas temblaron". Un acto que como incidió Marcos "no sólo se viste a La Virgen, se adorna y se mima. Afloran los suspiros de una hija con su Madre".

En dicho discurso la pregonera de este año también analizó sus recuerdos donde el primero de ellos es "de estremecimiento, de miedo cuando el Viernes Santo, antes del alba, irrumpían aquellas trágicas cornetas haciendo que me envolviera en la cama buscando refugio".

Un repaso por su pasado donde puso especial énfasis en una vivencia con su abuela en la celebración del Sermón de las Siete Palabras durante el Viernes Santo. Un sermón durante el cual, explicó Marcos, "en una pausa de meditación que hizo el párroco yo le dije a mi abuela casi gritando ¡Vamos abuela qué ya ha dicho muchas palabras! La mirada del sacerdote se clavó en nosotras y muy enfadado dijo señalándonos. ¡Haga callar a esa niña, todavía me quedan muchas por decir!".

Recuerdos como el incendio en abril de 1957 en la iglesia de Santa Catalina que quemó las piezas de Semana Santa y que "vivimos con dolor la desolación e impotencia ante aquella terrible tragedia. A partir de ese momento, los toresanos vivimos otro tiempo. El fuego también purifica. Estuvimos más unidos, más fuertes y no nos rendimos ante la fatalidad y el desánimo".

Momentos únicos e importantes de una vivencia de la pasión en Toro que Marcos repaso con todos los asistentes a través los diferentes actos que la conforman. Momentos como, por ejemplo, "escuchar el Miserere" durante el Lunes Santo en la procesión del Cristo del Amparo, la procesión del Cristo de la Expiración durante el Miércoles Santo con el canto a las Cinco Llagas o la del Cristo de La Vera Cruz durante el Jueves Santo que convierten en especial la pasión toresana.

Una importancia donde la celebración de las Edades del Hombre será un evento muy relevante para la ciudad durante este año. Una exposición que Mari Canto Marcos recogió en un pregón donde sus palabras fueron el hilo conductor para recordar la Semana Santa, para rememorar "la grandeza de una emoción, de un sentimiento, el sentimiento de la pasión".