Las parroquias de la comarca natural de Aliste, Tábara y Alba vivieron ayer uno de los días más emotivos del año dentro de las celebraciones religiosas: no solo por la importancia del Domingo de Ramos, sino porque de nuevo, por un día, los templos que sufrieron la soledad del otoño e invierno volvieron a estar abarrotados de feligreses gracias a la llegada de las familias de emigrantes. Niños, jóvenes y mayores se unieron en la celebración de la triunfal entrada de Jesús en Jerusalén. La comarca cuenta con la particularidad de pertenecer a dos Diócesis diferentes el arciprestazgo de "Aliste y Alba" a la de Zamora y el de "Tábara" a Astorga.

Los devotos revivieron un año más la costumbre de la tierra al portar los verdes ramos de laurel que los mayordomos de la iglesia les regalaron, y desde ayer ocupan lugares privilegiados en balcones y ventanas buscando la protección divina contra las adversidades de la vida: muy en particular las enfermedades y las "piedras" de las tormentas de verano. A las autoridades, civiles y religiosas, alcaldes, curas y jueces se les entregó un ramo más lustroso, uniéndose al laurel la otra planta típica de la cuaresma y de la Pasión en Aliste: el romero.

Bercianos de Aliste, cuya Última es Fiesta de Interés Turístico Regional de Castilla y león y Bien de Interés Cultural celebró el Domingo de Ramos portando el laurel que les dio el mayordomo de la iglesia de San Mamés, Marciano Pérez Blanco, oficiando la misa el sacerdote Fernando Lorenzo Martín. Alcañices y Tábara contaron con las procesiones más concurridas.