"Agua, Cristo de Morales/ que corra las laderas/ que dicen los labradores/ que este año no ponen eras". "¿Qué es aquello que reluce, encima de la custodia?, es el Cristo de Morales que va por agua a la gloria". Es el cantar de agua que se entonó en 1945, seguramente la última vez que se sacó al Cristo en rogativa como remedio para una pertinaz sequía. Morales siempre ha tenido gran devoción al bendito Cristo y no ha sido desagradecido a sus favores. Una limosna, una misa aplicada en vida o al menos una visita fervorosa en agradecimiento no han faltado. Ayer, en torno a la romería del 9 de mayo, tan ligada a la infancia, adolescencia y juventud de los zamoranos se volvieron aglutinar cientos de devotos que acudieron a la ermita en su cita con el Cristo, y a la campa, para disfrutar de una jornada primaveral desde la mañana a la noche.

El repique de campanas, a partir de las diez de la mañana, anunciaba la partida que emprendía la Virgen del Rosario en procesión camino de la calle Zamora, engalanada para la ocasión, con multitud de banderines de fiesta y banderas nacionales en alguna de las viviendas de la vía. La Banda de Cornetas y Tambores local, con muchas tablas ya en su currículum, realizaba la apertura de un desfile que siempre resulta muy emotivo para los moralinos, tanto a la ida como a la vuelta, cuando regresa la Virgen entre dos luces a la iglesia del pueblo.

"Palabra de Dios"

Llegados al final de la calle Zamora, la imagen mariana continúa a hombros de los cargadores que por turnos portan la talla durante cerca de tres kilómetros, y los más entusiastas devotos, mientras que otros prefieren desplazarse en coche hasta la ermita. El colorido campestre adornaba las márgenes de la nacional 630 en el itinerario del desfile que como es costumbre en el crucero hacia una alto para realizar la Virgen la reverencia a la patrona de la comarca, Nuestra Señora del Aviso, cuyo otero es visible desde este lugar, antes de proseguir la ruta hasta las proximidades del santuario.

A pocos metros de la ermita las autoridades y el séquito religioso que este año encabezaba el obispo, salían al encuentro de la Virgen y se organizaba de nuevo la procesión para entrar en la ermita y escuchar la misa que oficiaba Gregorio Martínez Sacristán, resaltando en el sermón "el amor, el perdón y la misericordia que otorga Jesucristo. La palabra de Cristo antes de morir fue amor".

El sol, que lucía en todo su esplendor y apretaba de lo lindo animaba más si cabe a la multitud que se congregaba a las puertas del santuario durante el último tramo de la procesión para venerar a la Virgen y lógicamente también para pasar revista a las autoridades que acuden anualmente a esta cita romera. "Ahora que estamos en elecciones vienen todos", era alguna de las frases de la concurrencia, pero sin embargo, en esta edición es cuando precisamente más ausencias relevantes se hacían notar: "No ha venido Rosa, no ha venido la alcaldesa". Efectivamente ni estaba Valdeón ni el delegado de la Junta, Alberto Castro, que suelen ser habituales de la romería, detalle que no pasó inadvertido para el publico.

Entre los que sí estuvieron, el alcalde de Morales del Vino, José María Barrios, que deseaba un buen día romero y sin percances, el presidente de la Diputación, Fernando Martínez Maíllo, el subdelegado del Gobierno, Jerónimo García Bermejo, además de parlamentarios nacionales y regionales como Antonio Vázquez e Isabel Alonso, la jefa de Industria, Leticia García, alcaldes de la comarca encabezados por el presidente de la Mancomunidad, José Luis Riego o el teniente-coronel de Defensa José Antonio Lucas.

La pequeña iglesia no fue capaz de cobijar a tanto devoto del Cristo en la misa mayor, que seguían de pie la eucaristía, mientras verjas adentro las autoridades tenían reservado su asiento enfrente del altar. Es precisamente esta misa la que congregaba mayor número de personas en la oración común, pero a lo largo de todo el día fueron numerosos los fieles que se acercaban a echar un padre nuestro al crucificado, besar la reliquia de la Vera Cruz o adquirir algún pequeño objeto de culto en el tenderete devocional de la entrada. Fue el coro parroquial de Morales del Vino, con una veintena de voces, todas femeninas, acompañadas por guitarras, el encargado de la misa cantada. Los cargadores siguieron la homilía desde la sacristía, donde los cuadros expuestos dan fe de los favores milagrosos del Santo Cristo para quien acude a él aquejado de alguna dolencia o necesidad.

Fuera de al ermita el bullicio romero iba alcanzando cada vez más auge. Si a primera hora eran los churros los que tenían su público, a partir de mediodía las tascas al aire libre recibían al mayor número de clientes, al igual que lo hacían los puestos con los productos típicos de romería: a dos euros las avellanas, a 1,50 euros las obleas o a euro las seis rosquillas de viento. Y como en otros años, los moralinos se reunían en torno a la caseta de los quintos para degustar el pincho y la tapa cocinados por las familias de los catorce jóvenes que conforman la quintada del 97.

Merendolas

Lejos de los establecimientos comerciales la pradera del Cristo de Morales se convirtió ayer en un gran comedor para una buena cantidad de grupos familiares y de amigos que acudían con las tarteras repletas de viandas sabrosas y siempre presentes en este tipo de celebraciones. Santo y seña, por ejemplo, tortilla española con pimientos, embutido "y lo que se tercie de antojo ya luego lo compramos en las casetas". Los más pequeños pudieron disfrutar también de los hinchables y el carrusel a lo largo de toda la jornada.

Para hoy, día del Cristico, el programa contempla diferentes actividades desde temprana hora con la diana moralina de las ocho de la mañana amenizada por el pasacalles que recorrerá las principales arterias de la localidad junto con las peñas. En el pabellón municipal se sirve chocolate con churros a las nueve de la mañana.

Para las 12.00 horas está previsto abrir el parque infantil en las pistas polideportivas de la piscina, que se compaginan con los juegos de madera gigantes y el campus deportivo. El pasacalles a la salida de misa da pie para el baile vermú en la Plaza de la Diputación, al que seguirá a las dos y media en pabellón la paella (ticket a dos euros anticipados y tres en taquilla). El teatro, el gran prix de peñas y los bailes clausuran la oferta dominical.