La XV edición del Festival Pórtico de Zamora se inaguraba ayer con un programa muy bien planteado, que combinaba dos modos de hacer música bien distintos: el barroco italiano y el barroco alemán.La agrupación Musica Alchemica se estrenaba en el Pórtico, mientras que su directora, la brillante y extraordinaria Lina Tur Bonet es ya una de las intérpretes favoritas de su público. No hubo lugar para dudas: el conjunto mostró ser un equipo camerístico de primer orden, un espacio donde la escucha del trabajo del otro es la chispa con la que se alumbran las nuevas ideas que iluminan la partitura, que destella ante los oídos del oyente tan fresca y viva como si acabasen de escribirla hoy mismo.

Se iniciaba el concierto con la obertura de La Olimpiada vivaldiana, una pieza donde se hizo patente la inspiración en el tipo de fraseo de la música vocal, pero conjugada además con la vitalidad de la guitarra barroca.

Si hay algo característico en las interpretaciones lideradas por Lina Tur Bonet es una gran cohesión formal servida a través de la flexibilidad rítmica y la creación de atmósferas muy expresivas asociadas a las distintas tonalidades, que nacen del tipo de afinación elegido para cada una de ellas. Esto se expresó con resueltos y festivos contrastes dinámicos en el concierto en re mayor de Vivaldi -recién descubierto- y con un lirismo no exento de energía en el concierto para violonchelo, donde actuó como solista un cálido y vibrante Marco Testori.

La radiante Italia desembocó en la segunda parte en una reflexiva Alemania, en el concierto para violín en la menor de Bach interpretado con profundidad, reflexión y un punto reverencial, donde resultó muy hermoso el contraste de las modulaciones del andante central. En su concierto como solista, Kennet Weiss se mostró tan certero como expresivo y muy osado en los tiempos rápidos.

Es una alegría especial poder decir de artistas solistas que son, además grandes acompañantes. Ni una línea parecía secundaria en manos de los integrantes de Musica Alchemica, que se buscaban entre sí la sonrisa de complicidad antes de abordar cada nuevo reto, cada pausa expresiva, cada comienzo sorpresivo.

El desbordado público recibió como regalo por su entusiasmo una versión recién descubierta de otro célebre concierto de Vivaldi. La fiesta continúa hoy mismo con los tres conciertos del día más lleno del Pórtico.