Miles de personas desafiaron las bajas temperaturas que ayer soportó la ciudad para presenciar el desfile de sus majestades de Oriente en una cabalgata que careció de carrozas y salió adelante gracias a la colaboración de unas 900 personas entre colectivos musicales, teatrales y deportivos que hicieron posible tanto la ambientación de las calles como los cortejos.

El periplo de Melchor, Gaspar y Baltasar estuvo marcado por las novedades y las sorpresas. Los zamoranos aguardaron la llegada de los Magos, por primera vez, disfrutando de las actuaciones de múltiples disciplinas artísticas desde música clásica, tocada y cantada; piezas más tradicionales, baile flamenco o teatro en diversos puntos cercanos al itinerario, que variaba con respecto a otros eneros. En esta ocasión, la luz y el sonido estuvieron en puntos concretos y hubo dos comitivas, una integrada por los carteros y la segunda, donde desfilaban los pajes y los Reyes Magos a lomos de camellos.

Entre las sorpresas, la que se llevó un conductor que se topó con la comitiva de los carteros en la calle Sancho IV y que tuvo que retroceder el trecho recorrido, el nerviosismo de algún caballo abrumado por el gentío o el cansancio de alguno de los camellos de los Reyes que se sentó en el camino hacia la Plaza.

La Policía Municipal abría el nutrido cortejo de los carteros que integraron trabajadores de reparto con sus motos y otros con los carritos, de donde sacaban regalos para los niños que aguardaban en las aceras el paso de la comitiva. También los había que se movían sobre dos ruedas para deleite de los más pequeños o jóvenes con sudaderas de Caja Rural que entregaron en mano más de 15.000 piruletas y caramelos así como 5.000 globos, mientras que la mascota de la entidad bancaria no dejaba de saludar al público. Los niños también recibieron las pelotas y juguetes que repartió la firma Extintores Viriato, cuyas furgonetas enlazaron con la lechera antigua de Gaza y los Gazitos, que portaban unas pequeñas coronas y que jugaban con los menores, les entregaban regalos y golosinas mientras que sonaba una música infantil.

Más de 40 minutos más tarde, en algunos momentos del recorrido, llegó la cabalgata real que anunció su salida con el disparo de las bombas reales. La separación entre ambas comitivas generó malestar entre el público e incluso un hombre comentó: "¡No se dan cuenta de que hace mucho frío y hay muchos niños en la calle". Sin embargo los minutos de espera se olvidaron cuando el público descubrió a los primeros heraldos a caballo. Y es que el cortejo real lo abría un heraldo que llevaba una estrella y a él le seguían otros once compañeros, vestidos con trajes con capa y gorros con tocados y plumas, que daban paso a un nutrido grupo de pajes, uno de los cuales llevaba una enseña bermeja. Tras ellos, otro grupo que llevaba seis burros y otros dos asnos tiraban de un carro. La presencia de los animales ha sido rechazada por Defensa Animal Zamora y recuerda que su presencia en el desfile "contradice la declaración de Zamora como ciudad libre de circos con animales".

"¡Un camello, viene un camello!", gritó un pequeño, comentario que se generalizó al paso de la comitiva real que contó con otros dos de estos mamíferos que portaban alforjas con regalos. Y entre el revuelo llegó Melchor que no dejaba de saludar a los zamoranos, lo mismo que hicieron Gaspar y Baltasar al tiempo que sus ayudantes repartían cientos y cientos caramelos y piruletas entre el público al son de canciones del siglo XVII y XVIII.

En la Plaza Mayor, donde hubo un pesebre viviente, un espectáculo de luz y sonido y cantó la soprano Conchi Moyano, el alcalde, Francisco Guarido, recibió a Melchor, Gaspar y Baltasar y les entregó las llaves de la ciudad para que los Magos de Oriente pudieran visitar todas las casas y dejar en los zapatos de niños y mayores aquellas cosas que habían pedido. Con un castillo de fuegos artificiales concluyó la cabalgata.

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